 |
El Papa Juan Pablo II despide a miles de fieles católicos tras finalizar su visita a México.  |
Juan Pablo II dijo adiós a México y a toda América Latina con la beatificación de otros dos indígenas, Juan Batista y Jacinto de los Angeles, en una colorida ceremonia con acentos aún más indios que los de la santificación de Juan Diego.
Centenares de indígenas zapotecas, mixtecas, tzotziles, mayas y de otras etnias asistieron a la misa multitudinaria, que tuvo emocionantes aires de despedida final cuando el Papa abandonó el templo, camino al aeropuerto.
Una gigantesca multitud de 4,5 millones de personas -según fuentes policiales-, volvió a las calles de la ciudad para decir adiós, quizás definitivamente, al Sumo Pontífice.
La liturgia en la Basílica fue más sencilla que la del día anterior, cuando se santificó a Juan Diego, pero fue más colorista y multicultural.
"Los dos beatos son un ejemplo de como, sin mistificar sus costumbres ancestrales, se puede llegar a Dios sin renunciar a la propia cultura, pero dejándose iluminar por la luz de Cristo", dijo el Papa en su homilía.
La Iglesia católica considera a Juan Batista y a Jacinto de los Angeles "hombres beatos" por razones muy distintas a las que motivaron la santificación de Juan Diego, el chichimeca que vió a la Virgen de Guadalupe en el Siglo XVI.
Al culminar la celebración, miles de voces corearon el "Cielito lindo", entre aplausos, lágrimas y gritos de "Viva el Papa!".
El Papa respondió: "México lindo, que Dios te bendiga" y emocionado, con una sonrisa en el rostro, alzó su mano derecha para decir adiós a los fieles que le gritaban "Juan Pablo, ya eres mexicano" y "que se quede, que se quede".
"Me voy pero no me ausento, pues aunque me voy, de corazón me quedo", había dicho el Papa en la ceremonia litúrgica en la que beatificó a dos indios mexicanos. |