A los autos se le colocan troneras y equipos de sonido que convierten los vehículos en verdaderas máquinas destructoras de la paz. Andan estos automotores por las calles esparciendo tensión y arriesgando la salud de los demás. Lo mismo se puede decir de los almacenes que sacan unas enormes bocinas y en plena calle provocan disturbios emocionales a la gente que va pasando.
También sirve de ejemplo el vecino que sube el volumen de su aparato de sonido o su televisor, sin pedir permiso a la gente vive junto, y mucho menos a quienes residen con él, perturbando así la paz y la tranquilidad que debiera reinar en una comunidad.
Pero hay casos más sencillos, como quien en la oficina habla en voz alta, como si nadie más estuviera en el lugar; se ríe a carcajadas, grita, fomenta el desorden de la peor manera, sin importar que su conducta estaría molestando a sus compañeros, impidiendo así el trabajo de los otros.
En esas circunstancias se infringe una máxima que se ha hecho famosa con los años: "el respeto al derecho ajeno es la paz". Si no pensamos en los demás, y avanzamos por la vida como si nadie más existiera, desdeñando el derecho de los otros a la tranquilidad, dañándolos con nuestro desprecio, estaremos sentando las bases de a injuria y la guerra, en lugar de hacer prevalecer la cordialidad. |