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Teatros vs combustible

Redacción | Cr�tica en L�nea

En las décadas de los cincuenta y sesenta, cuando no existía el Instituto Nacional de Cultural y que apenas era un departamento del Ministerio de Educación con el sugestivo nombre del Departamento de Bellas Artes y que afortunadamente estaba dirigido por el Lic. Juan B. Sosa, los grupos de teatro acreditados ante esta dirección, asimilaban una subvención del Estado para poder presentar a un público ávido de espectáculos teatrales, las obras de carácter universal. Eran sólo sesenta balboas, pero que se transformaban en una poderosa ayuda, ya que los actores ganaban entre quince y veinte balboas, ensayando casi un mes, para presentarse dos o tres días. La taquilla en el Teatro Nacional era de tres balboas y el alquiler de la sala era gratuita para estos grupos. Las otras alternativas eran el teatro Cecilia a un costo por alquiler de ciento veinte balboas con película incluida. El cine Edison a ochenta balboas con película y el cine Variedades igual.

Luego de la revolución octubrina, comenzaron los cambios radicalmente, ya que se inició un rejuego de ideas, con un teatro más comprometido, se habilitó el teatro Balboa, el Paraninfo Universitario, el Salón Claret, el teatro Guild, la Sala 44, sumándose al proyecto de la "Beby" Torrijos, quien movió "cielo y tierra" para la apertura del "El teatro para todos" donde funcionó el cine Panamá, y que iba como sede de los grupos populares de teatro. No funcionó la propuesta. Fue entonces cuando la Universidad de Panamá se impuso y presentó su TUTU con uso análogo al Paraninfo y la sala José Dolores Moscote.

Se presentaba un panorama halagador para los teatristas. La década de los setenta se elevó con un Teatro en Círculo, La Cúpula, Colibrí, Ascanio Arosemena, Anita Villalaz, aunque con mucho pesar, todos ostentan la etiqueta de costosos, aún los oficiales.

Cargando la pena a cuestas, La Cúpula acaba de desaparecer para dar paso a un suntuoso edificio, El Círculo, el Teatro ABA y el Anita Villalaz andan rondando los trescientos balboas, el Ascanio Arosemena seiscientos casi lo que solicita la administración del instituto oficial, el Teatro Nacional mil y tantos, amén de las salas privadas de las universidades y colegios quienes nos muestran salas agradecidas con buena iluminación y estadía pero con una carga onerosa para su alquiler. �Cómo podrán hace teatro los grupos panameños sino hay alguna agrupación gubernamental que vuelva a permitir sin paternalismo que estos grupos que se inician puedan lograr puestas honrosas contando con un apoyo económico para minimizar sus gastos de operación?

Existe el teatro comercial, que es el que acaricia las puestas con presupuestos grandilocuentes y el otro extremo de la soga, el teatro pobre, el que se ofrece para enseñar, educar, los teatros de colegios o de principiantes, es difícil, apremiante que haya una línea que aunque delgada se haga vulnerable.

Tal parece que el alza del combustible incide dramáticamente en hacer más alto el precio del alquiler de los teatros en Panamá, haciendo muy difícil el tener acceso a las salas privadas u oficiales, para presentar un teatro digno.



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