Es una de las aves del género de las palomas más pequeñas. En el interior algunos le llaman “tierreritas”, porque creen que comen tierra; lo que en verdad hace es hurgar entre la tierra para buscar pequeños insectos que le sirvan de alimento. Se le conoce comúnmente como “tortolita” por ser una tórtola pequeña. La hembra es de color gris, y el macho chocolate intenso con la cabeza color plomo, y es más grande.
ESTUDIO
Lo que a continuación les explico no fue sacado de ningún libro de ornitología, menos de algún ornitólogo. Fue un seguimiento que les hice durante 45 días.
El primer día observé a la hembra hurgar entre la tierra de mi patio, cuando de repente se le acercó este macho con intenciones de pretenderla. Ella no se dejaba; sin embargo, al pasar algunos minutos, ya aceptaba que le acicalara el plumaje. De pronto el tipo la hizo suya.
Al día siguiente los vi juntos recogiendo ramitas para fabricar el nido en un árbol de naranjo. Fueron cinco días construyendo el hogar. Al quinto día ella puso el primer huevo y al día siguiente el segundo y último. Desde la terminación del nido y la puesta del primer huevo, no volví a ver nunca más al macho. Creo que la costumbre en estas pequeñas aves es aparearse, ayudarle a construir su apartamento e ir por fuera después.
A la hembra le corresponde empollar, alimentar y enseñar a volar a su prole solita sin la ayuda de quien fuera su pareja sentimental durante cinco días.
La madre mientras empollaba a sus crías bajaba del nido dos o tres veces al día a alimentarse y beber. Lo hacía cerca porque regresaba rápido.
A los 26 días nació el primer pichón, y al siguiente día el segundo. La tortolita cambió su rutina, ya que bajaba a buscar alimento más de una docena de veces para acallar a los hambrientos recién nacidos.
MISTERIO
La tortolita, lejos de estar en peligro de extinción, es una de las aves que mayormente cohabita con los seres humanos, ya que construye su nido en jardines, maceteros y árboles frutales. Cuando camina por los patios y jardines no le importa la presencia de los seres humanos que llegan a estar a pulgadas de ellos. Es una madre soltera ejemplar; a sus pichones no les hace falta el alimento, no los abandona hasta enseñarlos a volar, para dejarlos hacer su propia vida cuando estén listos para afrontarla.