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El Progreso N°2 es una de esas comunidades que surgen de manera espontánea en la periferia de algunas poblaciones con cierta capacidad económica |
A una comunidad llamada El Progreso N°2, en La Chorrera, llega un camión blanco que, a diferencia de otros que llevan en su carrocería bebidas gaseosas, comida en lata u otros víveres para distribuir en abarroterías, está diseñado de forma diferente con anaqueles, algunas sillas y su principal acarreo: libros. Muchos libros, más de cien, más de 300, cerca de mil libros van en las estanterías de este camión que es el bibliobús de la Fundación Biblioteca Nacional.
Sólo por un par de horas el bibliobús se estacionó en El Progreso, en un camino de tierra por donde pasaban niños, se detenían, se subían al vehículo y se ponían a leer, a descubrir las mil historias encerradas en cada libro.
El Progreso N°2 es una de esas comunidades que surgen de manera espontánea en la periferia de algunas poblaciones con cierta capacidad económica. La imagen del bibliobús llegando a este lugar y de los niños entrando, casi desesperadamente, a ver los libros, escogiendo uno y sentándose tranquilamente a leer parece como de un buen sueño, pero fue verdad, una verdad tan tangible . Eran aproximadamente dos docenas de niños los que llegaron para leer. Se les preguntó qué hacían durante las vacaciones y algunos mencionaron el fútbol o la televisión.
Un momento de extrema quietud llegó cuando Héctor Collado promotor de lectura de la Fundación Biblioteca Nacional empezó a narrar la historia de una bruja y su escoba voladora. En Villa Carmen (La Chorrera) el encuentro entre los pequeños y el bibliobús fue un poco más planeado. Cuando apareció el autobús en esta comunidad ya había un grupo de 30 niños esperando en la entrada de la Biblioteca Pablo Sotillo.
Esta biblioteca, con más de 2 mil documentos, atiende cerca de 100 usuarios cada mes, la mayoría son estudiantes de la Escuela Primaria Domingo Díaz Arosemena que queda a unos 200 metros de ahí. Los habitantes cuentan, además, con centro de salud, iglesia, parque, calles asfaltadas, cancha de baloncesto y cuadro de béisbol.
La jornada culminó con las dinámicas de Héctor Collado, quien le explicó a su público que "uno puede hacer magia cada vez que decimos por favor o gracias". |