Definitivamente que los delincuentes ya no tienen respeto por nada.
Ya poco les importa si el objetivo de sus fechorías es un sitio sagrado, o si es un pastor el que viaja a bordo de un automóvil para disparar.
Los feligreses y la comunidad apostólica de la Iglesia San Vicente de Paúl, ubicada en la Calle Estudiante del corregimiento de Santa Ana, ya han perdido la cuenta de las veces que han sido visitados por los ladrones.
Una de estas últimas desagradables visitas ocurrió recientemente cuando los maleantes violentaron el techo, rompieron las ventanas y puertas y se llevaron todo cuanto pudieron.
No se salvó ni el sagrario, el tanque de gas que utilizaban para cocinar se lo llevaron, de los abanicos de techo y piso no dejaron ni el recuerdo.
Dentro del templo todo quedó revuelto y ni las imágenes sagradas fueron perdonadas del frenesí delictivo.