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A raíz de los incidentes registrados en la cárcel de Herrera, el capellán de la región P. Jesús Torres propuso un diálogo abierto entre los detenidos y las autoridades para volver la normalidad al penal.  |
La situación carcelaria en Panamá ha sido el tema central de discusiones, disputas, conflictos y reflexiones durante las últimas semanas; la Iglesia ha salido en defensa de los derechos humanos de los privados de libertad mientras que las autoridades van comprendiendo que el diálogo puede ser una alternativa eficaz para lograr un entendimiento donde la justicia se cumpla dentro del respeto a la dignidad de la persona.
Esta es una realidad de la que no se escapa la Cárcel Pública de Herrera donde se han registrado muchas irregularidades en las últimas semanas, situación que provocó una tensión general por parte de los detenidos, policías, familiares y demás personas vinculadas con este centro, por lo que en la búsqueda constante de cambios positivos, la Iglesia plantea una conversación entre las autoridades y los encarcelados donde se presentaron las necesidades más prioritarias del penal.
UNA VERDAD DETRAS DE LAS REJAS
Un aproximado de 113 detenidos divididos en veinte por celdas constituye la población penitenciaria de la Cárcel Pública de Herrera, donde fueron denunciadas hace algunos días una serie de irregularidades que de alguna forma violentaban los derechos humanos de los presos, alterando el comportamiento y la normal convivencia entre los reos y los policías que se encargan de mantener el orden en el penal.
Una situación de cierta tensión fue provocada por anomalías que según los detenidos se venían dando desde hacía algún tiempo. La mayor queja vino suscitada por la forma en que eran tratados los reos y sus familiares durante el tiempo de visitas cuando debían despojarse de sus vestidos para ser revisados, atentando contra el pudor y respeto que toda persona merece, destacando que además eran separados de sus familias por la denominada "líneas amarillas" que impedían que pudieran tener algún contacto personal con sus seres queridos.
Curiosamente pareciera ser que la situación carcelaria en Panamá no avanza ya que el informe de Derechos Humanos presentado por la Comisión de Justicia y Paz en el año 1999 señalaba gran parte de la problemática manifestada actualmente por los detenidos del centro penitenciario de Herrera. Indicando que los temas de salud sobre todo la dificultad de traslado para citas médicas previamente solicitadas por el médico del penal, la falta de higiene que se concentra en la escasez de sanitarios, ya que en las celdas veinte detenidos comparten un mismo baño, las requisas inadecuadas, el bajo presupuesto para la comida y otros asuntos como el cambio de la llamada "hora de sol" son gran parte de las carencias que urge mejorar en este penal parar lograr un entendimiento que facilite que la aplicación de la justicia no violente los derechos elementales de todo ser humano.
"EN EL COMPROMISO CONJUNTO... LA ESPERANZA DE CAMBIO..."
A raíz de los incidentes registrados en la cárcel de Herrera, el capellán de la región P. Jesús Torres propuso un diálogo abierto entre los detenidos y las autoridades con el objetivo de encontrar soluciones que permitieran devolver la normalidad al penal. La reunión se realizó el 3 de julio marcando pautas importantes en el futuro de los privados de libertad de este sector del país.
En el diálogo participaron ocho detenidos representando a la población penitenciaria, el gobernador de la provincia Dr. Pacífico Escalona, el capitán David Ramos, la Licda. Esther Vega del Sistema Penitenciario, el sacerdote Jesús Torres, miembros de la Pastoral Penitenciaria y unidades de policías, quienes unificaron esfuerzos para lograr un diálogo fecundo que redundara en cambios positivos dentro de este centro penitenciario.
Con esta iniciativa los detenidos presentaron sus inquietudes a las autoridades, las irregularidades que se dan en el penal y la necesidad de un cambio mientras el capitán Ramos explicaba el por qué de muchas situaciones y se asumían medidas de mejoramiento destacando que era la primera vez que se daba una conversación abierta sobre esta realidad con la disposición de encontrar puntos intermedios que respondieron a la realidad que viven los privados de libertad.
A través de un "compromiso conjunto", el gobernador Escalona manifestó que se harán para que el médico realice dos vistas semanales, para continuar con las giras médicas, hacer un estudio para solucionar a corto plazo los asuntos de las tuberías de los baños, mientras el capitán Ramos indicó que se podrán tener visitas dos veces al mes y que las requisas se llevarán a cabo con más respeto y cuidado; éstos entre otros acuerdos fueron el resultado de un diálogo donde la voz doliente de los reos fue escuchada con consideración por lo que espera que los deberes asumidos y el compromiso de los detenidos de solicitar a sus compañeros un espíritu de colaboración y solidaridad le devuelva a los privados de libertad la esperanza en un sistema de justicia que respete sus derechos como personas.
"PASTORAL PENITENCIARIA... LA VOZ DE DIOS EN LA CARCEL..."
Hace algunos días se celebró en Panamá el IV Encuentro de Pastoral Penitenciaria donde se analizaron temas de interés sobre la realidad carcelaria y la misión de esta organización en los penales. La Cárcel Públicas de Herrera como muchas otras en el país también cuenta con un equipo que visita a los detenidos en una tarea evangelizadora que les recuerda su condición humana ya que en la población carcelaria se encuentran los más pobres y marginados de la sociedad.
Durante el discurso inaugural el P. Luis Jiménez, coordinador del evento manifestó que era inquietante que "en estos tiempos, los centros penitenciarios construidos para castigar vidas humanas no superen la tentación de romper el acuerdo de las normas de convivencia proclamadas por la sociedad" e hizo un llamado a los Estados y sus instituciones ejecutivas, a los sistemas judiciales y penales, a los intelectuales y empresarios, a las organizaciones sociales y a la Iglesia para unificar esfuerzos que permitan curar el rostro humano de hombres y mujeres privados de libertad. |