Los partidos que integran la oposición panameña adelantan negociaciones para conformar una alianza de cara a los comicios del 2009. Los primeros contactos revelan que hay más preocupación en la postulación de los candidatos a los diversos cargos de elección, que en preparar un programa de gobierno para presentarlo a los electores.
¿Qué es más importante: un plan para dirigir el país o cuántas curules, alcaldías y consulados le pueda tocar a determinada fuerza política? La respuesta dependerá a quien se le formule la interrogante. A un político preocupado por la suerte de la nación, la respuesta sería obvia; pero no podemos engañarnos, hay figuras que sólo piensan en beneficio propio.
Por lógica hay que entender que entre las campañas de Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela habrá una medición de fuerzas al menos hasta diciembre, para ver quién encabezará el tiquete de la oposición. El propio Código Electoral permite acordar alianzas hasta febrero del 2009.
Frente a esa realidad, lo fundamental es preparar los proyectos y programas de gobierno que se pondrán en ejecución de alcanzar el poder. De esa forma, se evitaría la improvisación tan pronto el 1 de julio del otro año, arranque el nuevo gobierno.
En el campo del oficialismo, tampoco se observa mucho interés en los planes de gobierno. Los discursos de los precandidatos no encierran mayor propuesta y se limitan más que todo a levantar vapor en las propias filas perredistas.
Así mismo, el propio gobierno debe ir preparando desde ya una comisión de transición para que vaya manteniendo contacto con los candidatos tanta del oficialismo como de la oposición en torno a los proyectos en ejecución y los que quedarán pendientes. De esa forma, la sustitución de la administración del país, sería imperceptible y habría continuidad en la gestión pública.