EDITORIAL
Sociología del fútbol
La competencia mundial por
la Copa del Fútbol tiene la virtud de concitar el interés
y las espectativas de los humanos en las latitudes de la Tierra, y asímismo
reunir al alero de la afición disímiles caracteres, que alejan
diferencias, olvidan rescoldos, y someten las preocupaciones y búsquedas
a los resultados triunfales de los goles y los puntos.
La capacidad universal del deporte mencionado es objeto de investigaciones
científicas; preocupaciones académicas que encaminan sus averiguaciones
al esclarecimiento del fenómeno social más sobresaliente en
el vivir contemporáneo.
Para los cientistas de la sociología y la antropología,
el humano es mamífero cazador, y su condición genética
y fisiológica titula los mecanismos idóneos para la astuta
persecución, la captura y el logro, los que manifesta en pulso, pupila,
sudor, vista y oído.
Tal condición cazadora del humano al decurrir de los ancestrales
tiempos quedó en resago; latente; cuando el ingenio homínide
descubrió la agricultura, superando con ella las migraciones cazadoras,
lo cual aseguró la vida material, y permitió construir hogares
permanentes, que devinieron en ciudades y pueblos.
La civilización construida por el ingenio humano permitió
a la naturaleza cazadora expresarse de distinta manera: a través
de las competiciones deportivas, donde músculo, ingenio, astucia,
voluntad y esfuerzo materializan logros que satisfacen la intimidad del
propio ego.
Dentro de los quehaceres deportivos resulta una constante las mecánicas
que incluyen objetos que van y vienen, que trasladan, envían y colocan,
entre los competidores; y en especial, en el fútbol donde constituyen
la expresión de máxima presencia de la naturaleza cazadora
humana.
Los desplazamientos, las miradas atentas de las distancias, la apreciación
de velocidades, el apoderamiento reñido de la esfera, su traslado
sorteando obstáculos y la penetración en la meta contraria
permiten que los sistemas sanguíneos y sudoríparos, la visión
y el oído, las pulsaciones, los esfuerzos de pulmones y entrañas,
cumplan a plenitud sus funciones, ofreciendo, en conjunto el máximo
acierto competitivo ajustado a la naturaleza del hombre.
De igual manera, el comportamiento de los espectadores se adecúa
a las exigencias del quehacer futbolístico, y los hinchas expresan
similares manifestaciones de emoción, pulso, sudoración y
logros, cuya consecuencia reune una sólida manifestación social
que es objeto de estudio y análisis de entendidos.
Los afanes de articulación deportiva en el campo de juego enhebra
una suerte de solidaridad al triunfo realizador compartido, que reforza
los equipos y alcanza sublimes respaldos en el seno social; aspectos que
se señalan como idóneos, adecuados, a las búsquedas
de elevación colectiva y popular.
La sociología del fútbol ofrece enseñanzas que ameritan
estudio y desvelos académicos de quienes se afanan en dirigencias
y mandos populares.


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AYER GRAFICO |
Ismael Laguna, el tigre colonense, falla en su pelea con Ken Buchanan. |


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