Con gran entusiasmo se vivió el partido entre España y Holanda en la final del Mundial de sudáfrica 2010.
En Panamá y el mundo, la gente se agrupó en distintos establecimientos para darles su apoyo incondicional a sus respectivas selecciones.
Tras cada amenaza de gol se encendían los ánimos.
Caras pintadas de diferentes colores era solo un detalle de lo que los fanáticos hacían para mostrarle al mundo entero la pasión futbolística que los acompaña.
Así como ambos equipos jugaron con todas sus fuerzas hasta el final, las personas sabían que lo último que se pierde es la esperanza.
Pasó el primer tiempo, segundo tiempo y llegó el tiempo extra. Llegaba el suspenso, hubo quienes se comían las uñas. Sudáfrica era la sede, pero en Panamá se vivía la misma pasión que en aquel continente.
Minutos antes de que terminara el segundo tiempo extra, Andrés Iniesta anotó el gol que llevó a su selección a levantar su primera Copa Mundial.
Los holandeses no lo podían creer, pero solo pasaron un par de minutos y sonó el pitazo del árbitro que indicaba que el partido había culminado.
En este campeonato no solo ganaron los equipos, sino también los fanáticos que los apoyaron. Aquellos que a pesar de las dificultades en los partidos, nunca perdieron la fe por sus equipos que dieron el todo por el todo hasta el final de este certamen.