Los inversionistas locales y extranjeros siempre reciben sorpresas por parte de las autoridades. Hoy aplican una norma y mañana, de manera fantástica, aparecen con algo nuevo que deja en el limbo a toda la ciudadanía. Los voceros gubernamentales la llaman equidad, pero la práctica y su realidad es conocida como inseguridad jurídica. Esta situación parece ser la historia que se repite con el tema de los puertos.
Hace poco, la Autoridad Marítima de Panamá mantenía reglas estrictas para la instalación de un megapuerto en la costa del Pacífico panameño. Ahora amanecen con normas "suavizadas", que permiten a inversionistas participar sin mayores obstáculos en la precalificación que se ha programado para el próximo 18 de julio.
A los interesados en alcanzar la concesión de la instalación del megapuerto sólo les exige demostrar sus estados financieros, referencias bancarias y si cuentan con la experiencia suficiente en el movimiento de contenedores. Reglas fáciles que la AMP ha decidido suavizar, porque supuestamente "no se trata de favorecer a nadie", como bien menciona el director de Puertos, René Orillac.
El tema del megapuerto despierta sospecha hay mucho interés en desarrollar esta proyecto, a pesar de las miles de voces que se oponen. Los hoteleros y los inversionistas interesados en desarrollar actividades turísticas en las riberas del Canal han elevado su voz, pero nadie escucha. El gobierno no está siendo serio, se empeña en desarrollar una iniciativa, que busca favorecer a unos poco en detrimento de muchos.
Cual es el interés de construir un megapuerto en el pacífico si ya existe uno, cuya inversión programada supera los mil millones de dólares.
El tiempo le pasará la factura al gobierno de Torrijos, si de forma impositiva e inconsulta, persiste en construir un megaproyecto innecesario, que podría provocar la quiebra de la empresa extranjera que resulte beneficiada con la licitación. La amplación del Canal es necesaria, pero el megapuerto no. SEÑOR PRESIDENTE RECAPACITE, el mundo nos mira, los errores políticos como el que nos ocupa puede sepultar sus aspiraciones de realizar un gobierno integro y en beneficio de los más necesitados.