Cuando uno se enamora experimenta sentimientos inexplicables. No se han inventado las palabras para definir qué se siente con exactitud, pero algunos estudiosos han llegado a decir que se siente un "mariposeo" por el todo cuerpo, acompañado de suspiros agradables. ¿Esto es enamorarse? Sí, eso y mucho más. Estar enamorado es tener ojos para apreciar una belleza que otros no ven en su pareja.
En esta etapa de la vida se aprende a vivir y crecer. Hay tropezones muy fuertes que se dan los chicos (principalmente ellas), pero así aprenden en cada experiencia que la palabra amor debe escribir con hechos.
Jurarse amor delante de Dios es bonito, pero más hermoso es practicarlo, por eso hay padres que advierten que los novios deben estar muy seguros antes de dar el paso.
Otro tipo de padres, principalmente los que son temerosos de Dios, son los que niegan a sus hijas tomar a sus amigos de las manos. La razón es muy obvia: una cosa lleva a otra, pero hay ciertos hermanos cristianos que dan cierta libertad a sus hijos. Ellos aseguran que la relación de noviazgo es una etapa para conocerse mutuamente y para compartir buena parte de su vida y experiencias, donde sí es aceptable el contacto físico que significa tomarse de la mano, besarse y compartir caricias tiernas en un marco de absoluto respeto, primeramente a Dios, en el perfecto entendimiento que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (I Corintios 6: 19) y por lo tanto no debe ser mancillado, en este tipo de relación no deben existir los besos apasionados, ni las caricias sensuales que provocan la mutua excitación y mucho menos el escarceo sexual.
Si usted está pasando por estos momentos debe entender que sus hijos necesitan a alguien que los guíe. Háblele de lo que dice Dios y dígales que la relación sexual, como don de Dios al ser humano, está reservada para el matrimonio.