HOJA SUELTA
¡Qué rico el domingo!

Eduardo Soto P.
Al domingo le faltan horas. Nadie debe levantarse temprano un domingo. Es un día para rendirle culto a la almohada; para retozar desnudo bajo las sábanas, unas horas antes que los niños pidan desayuno. Por eso está marcado en rojo en el calendario, porque no es un día cualquiera: es la mujer bonita en el concierto de horas de una semana. Es la muchacha en traje de baño (¡tanga, tanga!) con todos los poros del cuerpo abiertos, después de una larga caminata en la playa. Son los lentes oscuros puestos como vincha para sujetar la parda y olorosa cabellera. Es la risa sonora de una aguadulceña, y de una chiricana neta, o de una herrerana ojiverdes. Es una mano grande y arrugada, que sostiene con ternura la de un niño. Es esa misma mano vieja, acariciando la cara de la compañera de toda la vida, que gime porque no ganó en la lotería. El domingo es un día para rezar y hacer el amor. Debe servir para mecerse en la hamaca y leer un buen libro (recomiendo "La Fiesta del Chivo", pero ármense de paciencia). El domingo lo inventaron los romanos para el fútbol, y las fiestas de cumpleaños infantiles. Es un día para la misa, los niños, los boleros en la mañana y la buena cocina de la abuela. No hay que preocuparse en domingo. Los días como hoy, hay que olvidarse de los partidos políticos y sus conciliábulos antipatria. Que no nos preocupe el alza en el precio del crudo, ni la falta de médicos rurales, ni los crímenes atroces ni las madres adolescentes, ni la falta de agua, ni el silencio nacional por un mal gobierno, cualquiera que este sea, ni las clínicas de abortos ni Thonya ni Mireya... y mucho menos el próximo aumento de la tarifa telefónica (porque viene, ¿lo sabían?). ...Quisiera que todo esto fuera posible. Anhelo que hoy domingo todo panameño pudiera cerrar lo ojos, ponerle candado al corazón y soltar las amarras del alma para que nada le duela. Pero sé que es difícil, por no decir imposible. Porque si nos dormimos, cual camarón nos llevaría la corriente ya que, para algunos más vivos, al domingo también le faltan horas para robar, engañar, y destruir el futuro de nuestros hijos. ¡Uf!
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