"Nació el día 26 de octubre de 1790... en la costa este de la isla de Puerto Rico, en la región toponímica de Fajardo.
"Sus padres enviaron a España a la edad de doce años para que prosiguiera sus estudios. Ingresó en la Academia Militar española, y nueve años más tarde fue al frente de batalla y luchó contra los ejércitos napoleónicos que habían invadido la nación española. Este brillante. guerrero puertorriqueño supo desenvainar su espada por la libertad e independencia, no sólo de España sino también de México, Colombia, Venezuela, Perú y Ecuador. Fue el general Antonio Valero la máxima figura militar puertorriqueña del siglo XIX al servicio de la libertad, tanto de España, como de América.
"Su valentía, osadía, astucia, genio militar, así como su amable personalidad, le facilitaron el ascenso militar con ligereza meteórica, siendo el más joven de los coroneles que combatió a los franceses en aquel tiempo y lugar. El general Valero fue herido y tomado prisionero por las fuerzas invasoras, pero... luego, como en otras ocasiones, logró burlar la vigilancia del enemigo y escaparse para más tarde arremeter contra ellos con más furia y valentía.
" sostuvo gran amistad con los presidentes de las recién creadas repúblicas sudamericanas...
"Don Mariano Abril, acerca del general Valero, dijo: "Caballero sin tacha y sin miedo, alma entusiasta por la libertad de los pueblos oprimidos, poseía las tres cualidades que hacen grandes a los hombres y a los pueblos: valor, carácter y civismo."
Así describió el doctor José Morales Dorta, en su obra titulada Galería de héroes de Puerto Rico, la figura épica de su compatriota Antonio Valero. Gracias a Dios, el general Valero, que "supo desenvainar su espada" física por la libertad temporal, tanto de la madre Patria española, como de sus hijas en América, tuvo el ejemplo del Señor Jesucristo, que supo desenvainar su espada espiritual por la libertad eterna de los pueblos oprimidos de todo el mundo. Pues casi mil ochocientos años antes de que naciera Antonio Valero de Bernabé, Dios envió al mundo a su Hijo Jesucristo, descrito también como un hombre sin tacha, sin miedo y sin igual en su celo por los intereses de los demás, "a proclamar libertad a los cautivos y... a poner en libertad a los oprimidos". Si no lo somos ya, hagámonos amigos íntimos suyos hoy mismo.