Esto me sucedió hace cuarenta y cinco años y todavía me sorprende. Asistía como periodista novato a una conferencia de prensa en el hotel más lujoso de ese entonces en la capital. Al salir, un acomodador de autos, conocido como "valet parking", se me acercó y me habló en voz baja.
"¿Usted quiere que le busque compañía? Son muy buenas y no se lamentará", me dijo el caballero.
Imagino que puse cara de "no saber por dónde anda tabla", como dicen en La Arenosa.
Entonces, el señor me explicó que se trataba de mujeres, para que tuvieran relaciones sexuales conmigo, a cambio de dinero.
Y para demostrar que "tenía buena mercancía", me dio una explicación algo "técnica" sobre el asunto.
"Mire, si usted desea, tengo chicas universitarias, muy serias. Claro que cuestan más que las otras".
Agregó: "le puedo conseguir jóvenes empleadas de bancos e instituciones del gobierno, con muy buena presencia y serias".
Estaba seguramente con la boca abierta del asombro, cuando remató su oferta": Si usted es extranjero, hasta le puedo traer mujeres casadas, que están contigo porque tú te vas a tu país y no tienen peligro de que se sepa lo que hacen".
Confieso que aparte del asombro hasta me dio algo de miedo esa oferta.
Todavía hoy me pregunto por qué me la haría a mí, que de extranjero tengo poco, y de platudo menos (además era muy joven).
No me creo apto para "tirar la primera piedra", como pidiera Jesús a los varones que querían matar a María Magdalena. Además como Sociólogo comprendo el asunto.
Pero hoy tengo quejas de personas que no quieren tener estas damas en sus edificios de alquiler de departamento y hasta de propiedad horizontal.
Tampoco es muy agradable insinuaciones que le hagan a uno al transitar por ciertos sitios.
En otros países existen formalmente las "zonas rojas" para que esta profesión tan antigua, que requiere mucho cuidado de salud.
Añada a esto que algunos avivatos prometen a jovencitas panameñas jugosos sueldos, por trabajar en el extranjero como "modelos". Después, el desengaño es grande, pues se trata de prostitución, que no quieren hacer la mayoría de ellas.
No podemos "tapar el sol con un dedo", como dicen en El Rincón. Pero al menos que ese "sol" no afecte la moral del país.