Hace poco me hice una resonancia en la que se me descubrió un aneurisma abdominal de aorta. Los médicos dijeron que era muy pequeño (sólo de tres centímetros) y que aún no era conveniente operarme. ¿Por qué no se puede operar ahora?
Las últimas investigaciones realizadas por médicos han mejorado tanto el diagnóstico como el tratamiento del aneurisma abdominal aórtico.
En primer lugar empecemos con lo básico. La aorta, la mayor arteria del cuerpo, es un conducto largo que parte desde el ventrículo izquierdo - la principal cámara de bombeo del corazón - y se extiende por el cuello unos milímetros antes de arquearse profundamente. Es en ese momento cuando atraviesa la parte posterior de su pecho y se introduce en su abdomen. Los 16 centímetros de extensión de la arteria en el abdomen reciben el nombre de aorta abdominal. Un aneurisma (el debilitamiento y la dilatación de una sección del conducto) que se haya formado en la aorta abdominal es lo que se denomina un aneurisma abdominal aórtico (AAA). Los AAA tienen más probabilidades de desarrollarse en personas que tengan arteriosclerosis o que tengan factores de riesgo que puedan provocar arteriosclerosis como tener unos niveles altos de colesterol, tensión alta, diabetes o ser fumadores.
Debido a que dichos aneurismas pueden estallar, y como tales aneurismas reventados pueden ser mortales, los médicos les hacen un seguimiento exhaustivo. A mayor anchura o diámetro de un aneurisma, mayores son las posibilidades de que éste estalle. Normalmente la aorta abdominal tiene unos 3 centímetros de ancho, por lo tanto si su aneurisma es de 3,8 centímetros es aún muy pequeño. Tan pequeño que el riesgo de fallecer en una intervención quirúrgica para tratarlo sea probablemente mayor que el riesgo de fallecimiento debido al aneurisma en sí. Por ello, los médicos por lo general sólo se limitan a vigilar el aneurisma para ver si éste crece.
(Lo que se llama una "espera vigilada"), para lo que utilizan resonancias magnéticas o escáner de TC (tomografía computada). Si el aneurisma crece más de 5,5 centímetros, el riesgo de que estalle empezaría a ser considerable.
Hasta hace muy poco, los médicos realizan un examen físico, durante el chequeo normal del paciente, para comprobar cualquier tipo de dilatación o aneurisma en el vientre. Si el médico estimaba que el paciente tenía un aneurisma, pedía la realización de resonancias magnéticas o de escáner TC. Pero los dedos de los médicos no son perfectos a la hora de detectar aneurismas. Una investigación reciente realizada en Gran Bretaña indica que tal vez sería buena idea utilizar las resonancias para detectar aneurismas en las personas que tengan o que estén en grupo de riesgo de tener arteriosclerosis.
Tradicionalmente, el tratamiento de la AAA ha sido la cirugía. Los cirujanos abrían el abdomen, extirpaban la parte dilatada de la aorta y la reemplazaban con un tubo de plástico. Dicha intervención es arriesgada, especialmente en personas cuyo aneurisma esté a punto de romperse. En los últimos cinco años, otra técnica ha ido ganándose el apoyo de los pacientes: los injertos intravenosos.
Estos injertos pueden ser introducidos dentro de la arteria en la pierna y ser empujados hasta la aorta abdominal. En ese momento se abren y se expanden como un paraguas, creando una pared de plástico nueva y más consistente dentro de la aorta. Para muchas clases de AAA (aunque no para todas) estos injertos funcionan tan bien la intervención quirúrgica sin los riesgos que ésta conlleva.
En caso de que alguna vez necesite ser operado, hay algo en lo que están de acuerdo todas las investigaciones realizadas últimamente. Sobrevivir a una operación de aneurisma y sin complicaciones depende mucho de la destreza del cirujano. Por lo tanto si tiene que operarse, no sea tímido y plantee las cuestiones más peliagudas. Pregúntele cuántas operaciones de aneurisma ha realizado y qué porcentaje de pacientes no sobreviven a dicha intervención. Pregunte si hay otros médicos que la hayan practicado más veces, o si hay cerca hospitales más grandes con mejor nivel de resultados en la operación.
Mientras está vigilando y esperando, unos hábitos más saludables le servirán de ayuda para que el aneurisma no crezca. Probablemente dejar de fumar, hacer más ejercicios, alimentarse con una dieta más sana para el corazón y prestar más atención a su colesterol, le servirá para prevenir complicaciones derivadas del aneurisma como pueden ser derrames cerebrales e infartos. |