Como otros días, como miles de personas en este país, esperé el bus para ir a mi casa, después de un enriquecedor (por lo menos para mí) día de trabajo. Como otros días, la odisea de tomar el "diablo rojo" marca nuestro aguante de calores, empujones, rozaderas, pisotones, manotazos, miradas violentas y peor aún, la falta de cortesía y humanidad de muchos conductores en su ya humillante estribillo: "Córranse para atrás". En este ya triste "infierno" del bus (que no es una cuestión que pueda resolverse fácilmente comprándome un carro o que cada usuario se compre uno) pude entender con mayor claridad las reflexiones que, en torno a la Ampliación del Canal, presentaron tres importantes intelectuales en el Debate Universitario sobre el Canal de Panamá.
Efectivamente, como señaló el sociólogo Marco Gandásegui, el Proyecto de Ampliación del Canal es indisoluble de la elaboración y funcionamiento real de un Plan de Desarrollo Nacional (PDN), donde, según mi parecer, cada punto de administración estatal esté articulado tal una telaraña, flexible y resistente (no pegajosa o una trampa) que manejamos y vemos en todas sus conexiones, extensión y límites. Ese Plan debería mejorar la odisea del diablo rojo que he mencionado, pues si en la actualidad el Transporte Público Metropolitano (TPM), casi en general, es un caos, qué podría esperarse del aumento real o imaginado del empleo a partir de una posible Ampliación del Canal. Donde no solamente podría aumentar el éxodo "rural-urbano" sino también internacional hacia Panamá.
Quizás el historiador ambientalista Guillermo Castro Herrera diría que ese posible abono al caos del TPM, de no proveer estas consecuencias, es parte de ese Estado Transitista que dice que tenemos. La transformación de este Estado a un posible Estado de Tránsito pasa por pensar en ese PDN que queremos y necesitamos. Pero si la respuesta, como él cree, esta en todos y todas a la misma vez, entonces es posible que suceda algo parecido a lo que ocurre con el TPM, todos y todas nos quejamos de él, pero no hacemos nada concreto para que mejore su calidad, con el reto de no afectar drástica y dramáticamente el bolsillo de cada usuario.