El gesto amigable de un perro evitó una posible matanza en Toronto cuando un individuo provisto de armas de largo alcance y pistolas desistió de usarlas en las calles de la ciudad ante las caricias del can.
James Stanson, de 43 años y originario de la provincia de Nueva Brunswick, que compareció ayer ante un juez de Toronto, se entregó el miércoles a las autoridades después de que uno de los perros que paseaba una mujer se le acercase para jugar con él.
Según la policía, la actitud del perro hizo que Stanson se olvidase de su plan original al considerar como "buena gente" a los habitantes de Toronto.
Stanson había acudido a la mayor ciudad canadiense con la intención de "matar tanta gente como pudiese" -según confesó a la policía- para lo que disponía en el maletero de su coche de varios rifles con mira telescópica, un revólver calibre magnum .357 y una pistola semiautomática de 9 mm y 6.000 balas.
Tras su encuentro con el perro, Stanson buscó un policía para entregarse y cuando encontró a uno le dijo que necesitaba ayuda psiquiátrica "o cometería algún acto muy serio".