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Recientemente murió el famoso hípico Baby Amador, conocido como el “contralor de la planta baja”, dejando toda una historia y una legión de amigos que lo acompañaron hasta la última morada.
Baby, en sus diarias tertulias vespertinas en uno de los restaurantes ubicados en Bella Vista, revelaba con orgullo que había sido vicepresidente del Partido Conservador, ante un sinnúmero de personas que atendían sus pronósticos de las carreras de caballo.
Dentro de sus anécdotas se cuenta, que en una oportunidad el presidente Remón Cantera, se había disgustado con él, entonces miembro de la Policía Secreta y trató de darle una reprimenda, preguntó a sus asesores cuál podía ser y uno de ellos indicó que privarle de asistir un fin de semana al hipódromo de Juan Franco. El presidente lo hizo y fue la tortura más grande impuesta en su vida.
Amador fue un hombre afable, de buen carácter, al que nunca se le encontraba disgustado, al contrario siempre ofrecía la mano y daba el consejo oportuno.
Conversar con él era toda una terapia porque tomaba el asunto con mucha atención. Al decirle: no se lo cuentes a nadie, surtía el efecto contrario, su teléfono se convertía en distribuidor de la información y tomaba más importancia al ser un bochinche del momento.
Baby Amador era consultado por mucha gente del mundo político y empresarial para saber qué pasaba en el momento. En cierta oportunidad el propio dictador Noriega envió a un amigo de éste, para desde su carro con un aparato le transmitiera lo que se hablaba en La Peña de la situación que vivía el país. |
