NACIONES UNIDAS- Imagine qué se siente ser un refugiado, forzado a huir de la persecución, en medio de una guerra civil o en medio de la violencia, y dejando atrás todo lo que significa una vida: hogar, familia y amigos. De repente, el refugiado se encuentra en un país extraño, dependiendo de la ayuda y de la protección de otros. Imagine el sentimiento de aislamiento, de impotencia y de ansiedad ante un futuro incierto.
Sin embargo, las decenas de millones de personas a las cuales el ACNUR ha ayudado a lo largo de los últimos 55 años tienen algo en común: a pesar de haberlo perdido todo, nunca han perdido la esperanza.
En ese Día Mundial del Refugiado 2006, honramos a los refugiados y los desplazados alrededor del mundo, quienes, con la fortaleza de esa esperanza, han superado enormes dificultades para rehacer sus vidas. Cada refugiado es una historia diferente.
Nosotros, en la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, sentimos una gran inspiración de su tenacidad y su valor. Muchas veces nos preguntan, cómo podemos enfrentar la lúgubre realidad de nuestro trabajo año tras año, sin sentirnos desalentados. Y nuestra respuesta es simple: si los refugiados mantienen Viva, Crítica en Línea la llama de la esperanza, por qué nosotros no podemos hacer lo mismo?
Su perseverancia nos inspira a todos los que trabajamos con ellos a buscar soluciones viables para que puedan continuar con sus vidas. Estas soluciones incluyen repatriación voluntaria a sus países de origen cuando las condiciones lo permiten, y si eso no es posible, integración dentro del país que los acoge, o reasentamiento a un tercer país.
El Día Mundial del Refugiado es parte de ese esfuerzo mancomunado, al reunirnos todos los 20 de junio en ciudades, pueblos, campos de refugiados y asentamientos remotos para rendir homenaje a la valentía y a la inquebrantable esperanza de los refugiados del mundo- y para asegurarnos que no sean olvidados.