Ataviado con una franela con los colores de su equipo favorito: Brasil, un joven víctima de la violencia yacía en su frío féretro.
Afuera, decenas de personas, entre ellos su madre, padre, familiares y amigos, dejaban escapar las lágrimas que demostraban el dolor que su inesperada partida les había causado.
Carlos Ameth Monroy, de 19 años, esperaba con ansias el Mundial de Fútbol Suráfrica 2010, y para eso ya se estaba preparando, pero sus verdugos llegaron antes que el máximo torneo del planeta comenzara.
El pasado miércoles se dirigía hacia su trabajo en el Ministerio de Obras Públicas, lugar donde laboraba desde hacía un año, cuando desde dos autos en marcha lo acribillaron de múltiples disparos.
El sepelio de Carlos Ameth se realizó ayer, lunes, al medio día, en la Iglesia Inmaculada Concepción, en el corregimiento de Juan Díaz.
En la homilía, el sacerdote hizo un llamado a los asistentes a no estar triste, porque aún de la muerte se sacan buenas lecciones.
Recordó que Jesús se entregó a la muerte para con su Resurrección salvarnos a todos, por lo que motivó a los presentes a un cambio de vida.
Los restos mortales de Carlos Ameth fueron sepultados en el cementerio de Concepción.