De vez en cuando, como para no perder la costumbre, algún suplente a diputado, bajo los efluvios etílicos, consecuencia de la ingesta de licor hasta altas horas de la madrugada, nos regala a los electores un capítulo de la opereta de mal gusto en que acaban sus borracheras.
La más reciente de estas escandalosas actuaciones en público nos la ofreció uno de estos "padres de la patria", quien después de una noche de farra y parranda colisionó un auto ajeno, y de colmo, entre tumbos y bostezos alcohólicos, pedía a gritos respeto a su investidura y a su condición de miembro del partido gobernante.
Sólo pensar que los suplentes de diputados devengan dos mil balboas cada uno, de los fondos que la ciudadanía aporta al fisco, sin hacer mayor cosa que sobar por ahí algún pupitre en alguna oficina pública, es motivo de pesar y tristeza.
Dándole un matiz jocoso al asunto, es cierto que el licor panameño goza de muy buena aceptación hasta en el mercado internacional de los bebedores, pero, también hay que recordarle al mencionado beodo de corbata y Parlamento, que en la península de Azuero hay un dicho que reza que "el guaro se hizo para los hombres".
Buena iniciativa sería que una de las tantas comisiones en que se divide nuestra Asamblea Nacional de Diputados, por ejemplo la de Protocolo, emita una resolución, recomendándole a las casas fabricantes de seco reducir los niveles de alcohol en las bebidas embriagantes que elaboran en sus plantas procesadoras.
Mala imagen la que le prodigan estos señores a una institución, cuya credibilidad ha sufrido tantos bajones, así que, por ahora sólo nos queda recordarle a este seguidor de Baco, por favor, "cuando tome no maneje, y si maneja no tome".
