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"De noche y de día el ejército nos seguía. No teníamos comida o medicinas", recordó Macario, quien junto a los 800 habitantes del cantón Chupoj I, debió huir para escapar de la muerte.  |
Los habitantes de Santo Tomás Chiché velaban el jueves a sus familiares masacrados en 1982 y 1983, en una ceremonia que vuelve a abrir las heridas psicológicas creadas por uno de los episodios más sangrientos de la guerra civil que desgarró a este país.
"Tuvimos suerte que no nos alcanzó el ejército. Venían matando a toda la gente", dijo Feliciana Macario que a los 13 años de edad sobrevivió a las matanzas y que ahora, junto a su familia, lleva el féretro de su primo Julio Roberto, de 9 años, que no tuvo la misma fortuna.
Los restos de 28 pobladores de Chiché, a 180 kilómetros al oeste de la capital, fueron trasladados a la iglesia El Calvario, en la parte alta del pueblo, en donde serán velados para luego ser enterrados cristianamente, 19 años después de su muerte.
Según el informe "Guatemala: Memoria del Silencio, publicado por Naciones Unidas en 1998, el ejército guatemalteco recorrió Quiché, la provincia (departamento) al que pertenece Chiché, en busca de guerrilleros y eliminando a quien encontraba, entre 1982 y 1983.
"De noche y de día el ejército nos seguía. No teníamos comida o medicinas", recordó Macario, quien junto a los 800 habitantes del cantón Chupoj I, debió huir para escapar de la muerte. |