EDITORIAL
Políticos panameños
Siempre que se acerca una contienda electoral o los comicios internos de los políticos, resurge la guerra de insultos entre los aspirantes a los diversos cargos. Más que fomentar el debate de ideas se recurre el insulto. Esta es la característica principal de nuestros políticos. Así es nuestra política criolla, donde no hay lugar para intereses comunes ni ideas de grupo.
A diferencia de otras democracias, la clase política panameña se apega más que todo al insulto, a destruir al enemigo del momento, pero después se abrazan y llegan a los acuerdos de recámaras.
Los desacuerdos entre gobierno y oposición, por meros caprichos de llevar la contraria a quien administre la nación, son un ejemplo claro del grado de contaminación y poco sentido común de no aplicar el verdadero principio político, que no es un enfrentamiento dialéctico entre las partes, sino una posibilidad de diálogo sobre distintas opiniones que permitan esclarecer el pensamiento y establecer la solución más adecuada.
Faltan 23 meses para las elecciones presidenciales, legislativas, alcaldes, para representantes de corregimientos y alcaldes, pero ahora se desarrollan los comicios internos para escoger las directivas de los partidos. Esta será la gente que tendrá a su cargo las negociaciones de las alianzas para las elecciones del 2004.
En el campo oficialistas, se producen las constantes rivalidades entre los bandos que apoyan la candidatura del Arturo Vallarino y los que apoyan a Jesús Rosas. Igual sucede en las filas del opositor Partido Revolucionario Democrático. Las diferencias de criterios son normales, pero éstas deben ser de altura, se combate con ideas, pero no teniendo como arma el insulto.
Hay que recordar que una democracia donde sólo exista una sola idea, no es democracia. Sin embargo, otro mal de nuestros políticos, ya sea de gobierno y oposición, es que no les gusta para nada la idea de que existan señalamientos a lo interno de sus colectivos.
La figura de las primarias y las elecciones de convencionales fortalece la democracia para eliminar la otrora escogencia de a dedo. Aunque estamos lejos de la campaña electoral, ya el país está inmerso en ella. Panamá desde los últimos 15 años vive una permanente ebullición política, que a veces no deja avanzar en cierta forma a la nación.
La nación muchas veces pierde tiempo en asuntos que no merecen mayor atención, lo que nos hace perder el norte de los temas que deben formar parte de la agenda de Estado.
Claro que a todos nos gusta la política, pero todo a su debido tiempo. Primero debemos atacar los problemas de la nación y luego nos dedicamos al combate político, pero utilizando como arma las ideas y dejando a un lado los insultos.
PUNTO CRITICO |
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