Ver partir de esta vida al ser querido cuando menos se espera, siempre resulta doloroso, pero cuando la tragedia es por partida doble el dolor es indescriptible.
Una atmósfera de gran tristeza era la que se respiraba en la Iglesia de El Buen Pastor, ubicada en el área de La Mesa, en el corregimiento de San Martín, en horas de la tarde de ayer, miércoles, cuando se realizaban las honras fúnebres de los hermanos Maylin Velásquez Escobar y Julio Escobar.
Ambos hermanos fueron asesinados en horas de la madrugada del domingo en el área de El Cristo, en el distrito de San Miguelito, cuando salieron en defensa de un joven que había sido atacado por delincuentes al que luego de asaltarlo, hirieron de bala.
En el lugar se hicieron presentes, además de los padres de la malograda pareja de hermanos, los hijos de ambos, la esposa de Julio, así como amistades y vecinos que quisieron testimoniar con su presencia la solidaridad en esos momentos difíciles.
Lágrimas, desmayos y rostros que reflejaban impotencia era la forma visible con que los dolientes le gritaban al mundo el gran daño que les habían causado seres sin el más mínimo respeto por la vida humana.
Adelante, cual si estuvieran inmersos en un profundo sueño, descansaban en dos féretros los despojos mortales de Maylín y José, a quienes el destino unió por el fuerte lazo de sangre y paradójicamente también en el viaje del boleto sin regreso.
El sermón no pudo ser otro que poner un alto a la violencia, ese flagelo que mina a la sociedad y que está acabando con la vida de muchos inocentes.
"¡Que se haga ¡justicia!", exigieron a las autoridades muchos de los presentes, esa justicia terrenal de los hombres que muchas veces no se consigue, sin embargo, de lo que muchos sí estaban seguros es que de la justicia Divina nadie se escapa.
El inevitable momento del adiós se cumplió en el cementerio del área, donde fueron depositados los restos de dos hermanos que quisieron salvar una vida y perdieron la suya.