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Ortega, es el máximo líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que en 1979 tomó el poder tras derrocar al desaparecido dictador Anastasio Somoza. Foto AP |
Si el líder sandinista Daniel Ortega quiere retornar al gobierno de Nicaragua, tendrá menos de cinco meses para alejar temores de votantes, inversionistas, organismos financieros internacionales y de Estados Unidos.
Aunque las encuestas lo colocan en primer lugar y sobre dos aspirantes presidenciales, Ortega carga el peso de su anterior gobierno de la década de 1980, cuando el país se vio sumido en una guerra interna y en una difícil situación económica.
Sin embargo, dispone e alguna ventaja frente a 2,7 millones de electores, ya que el descontento por el rumbo económico del país centroamericano podría cargar los votos a su favor en las elecciones previstas para el 4 de noviembre.
Para el analista político Arturo Cruz, la elección será definida entre "dos sentimientos": uno de miedo por una nueva gestión sandinista -al que apela el aspirante del partido de gobierno, Enrique Bolaños-, y otro de "desesperación".
"El voto de la desesperación creo que tiene una ventaja (para Ortega), en el sentido de que la situación económica se nos está deteriorando; eso le va a dar una ventaja", aunque resulta prematuro adelantar resultados, dijo Cruz a Reuters.
Esta aparente ventaja podría impulsar a Ortega hacia un "populismo económico" que colisionaría con la realidad de un país que depende de la asistencia de organismos financieros internacionales para mantenerse a flote.
El país cuenta con unos 5 millones de habitantes, un 70 por ciento de pobreza, 24 por ciento de desempleo y una deuda externa de unos 6.581 millones de dólares, y exporta poco más de 600 millones de dólares, lo que convierte a su economía en la más pequeña de Centroamérica.
Nicaragua está sujeta a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que desde mediados de la década de 1990 negoció programas de ajuste estructural con dos gobiernos consecutivos de corte derechista.
Los analistas estiman que el próximo gobierno, aunque esté encabezado por Ortega, no tendrá más opciones que continuar los ajustes para promover la inversión local y extranjera que disminuiría los índices de pobreza.
"El principal reto que tendría Ortega es que la nación y la comunidad internacional le crean su programa de gobierno", indicó en entrevista con Reuters el analista económico Néstor Avendaño. |