Lunes 9 de junio de 2003

 

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  OPINION

EDITORIAL
Gallego: ¿dónde estás?

Treinta y dos largos años han pasado. Mucho tiempo de la captura, desaparición y asesinato del sacerdote Héctor Gallego, sin que hasta la fecha se haya desenredado la telaraña que mantiene en ascuas a los panameños deseosos de conocer la verdad.

Fue un día como hoy, pero de 1971 cuando se conoció de la noticia, historia que muchos jóvenes de hoy no conocen, sobre todo que se registró bajo el paraguas de la dictadura militar y que sus restos aún no han sido encontrados, a pesar que se han realizado esfuerzos necesarios para hallarlos.

Familiares del sacerdote, la Iglesia y todos los panameños no han encontrado el momento para dar cristiana sepultura a Gallego, al hombre de Dios que llegó de Colombia con su carisma, amor por los campesinos pobres y sus luchas a favor de la organización de la producción agropecuaria de los marginados, situación que lo convirtió en un poderoso enemigo para los terratenientes de Veraguas y los castrenses.

Las investigaciones deben dar en el blanco. Treinta y dos años es mucho tiempo para desenterrar la historia y revelar qué ocurrió en esa época, mientras tanto esta fecha es propicia para recordar que Gallego vive en el corazón de todos los panameños.

Las excavaciones no han quedado en nada. Enormes hoyos, maquinarias y hasta la participación de un perro diestro en estos menesteres, no han arrojado resultados que satisfagan a los panameños que se preguntan cómo pueden cerrar sus ojos al dormir los responsables de la muerte del sacerdote.

Está claro que los altos mandos de la Guardia Nacional debieron saber con exactitud lo sucedido a Gallego. Hay muchos coroneles que deben conocer cuál fue la suerte del sacerdote amigo de los campesinos de Santa Fe, pero lo cierto es que éste llegó en 1967 a una comunidad agrícola, montaña adentro de Veraguas y organizó a los campesinos para que fundaran cooperativas. De esta forma, lucharían contra la explotación de los terratenientes cafetaleros, quienes poco después incendiaron el rancho donde vivía. El cura escapó de las llamas.

La noche del 9 de junio, dos hombres que se identificaron como miembros del terrible G-2 se bajaron de un jeep y le gritaron que saliera, pues tenían una orden de captura en su contra. Desde ese momento no se volvió a ver al padre y hasta estos días todos se preguntan ¿dónde estás Gallego?

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