Aunque nunca hablé con él, si conocía de sus inquietudes por lograr mejores días para Panamá. Lo vi también una o dos veces.
Eso no ha evitado que sienta satisfacción por la justicia que le ha hecho este Gobierno.
Nadie tiene derecho a quitarle la vida, a quien no esté de acuerdo con sus ideas o manera de actuar.
Tengo veinte años de señalar que "está prohibido olvidar" los crímenes cometidos por la dictadura militar de Omar Torrijos y Noriega.
Además he pedido que se enjuicie a los que violaron los Derechos Humanos en esa época, especialmente los militares asesinos y torturadores.
Poco se ha conseguido, lamento decirlo. He entrevistado a parientes de asesinados por la dictadura. Se les nota todavía el miedo a que sean afectados, si insisten en descubrir a los responsables.
Por eso debo hacer un reconocimiento especial a la señora Patria Portugal. Ha dedicado toda su vida con valentía, a buscar la verdad y el castigo de quienes mataron a su padre.
Y cuando en su país no logró justicia, acudió a organismos internacionales donde si la halló.
Mejor ejemplo del amor de una hija por su padre no lo hay...
Este Gobierno tuvo la valentía de reconocer el daño que se le hizo a Heliodoro Portugal... ¡y pedir perdón!
Claro que algunos dirán que es cómodo para el señor Martinelli hacer eso. Él no tuvo nada que ver con la dictadura militar.
Martín Torrijos no pudo empinarse sobre la historia y dar un ejemplo de estadista. Por eso no pidió perdón por alguien que fue asesinado durante el Gobierno de su padre. ¡Qué poca altura!
Respaldo que legalmente no prescriban los casos de víctimas del gobierno dictatorial.
En países europeos se ha dado algo parecido. Lograron leyes que impiden que sean archivados estos casos contra los derechos humanos.
Y sostengo que aunque la persona ahora sea un viejo, no por eso debe quedar impune su fechoría.
En América del Sur están condenando a prisión en sus casas o cuarteles, a viejos militares que le hicieron mucho daño a esos pueblos.
Ahora no debemos quedarnos en el perdón y buscar medios legales para llevar a la cárcel a los abusadores del poder, no importa qué apellido o poder tengan.