Los pueblos de cada nación son los únicos con derecho a equivocarse y son también los únicos con la posibilidad de realizar correcciones. Si esto es así, ¿cuáles son las excusas para limitar la eventualidad de una reelección?
La idea de una reelección de manera inmediata se dio por primera vez en la administración del ex presidente Pérez Balladares, que pensaba más en la labor de un gobernante con visión de estadista, que en el representante de un partido.
El sistema político estadounidense permite cierta dosis de flexibilidad en el asunto, ya que concede la oportunidad de una reelección inmediata a aquellos mandatarios que merezcan concluir sus proyectos.
En nuestro país, visionarios como Belisario Porras y Arnulfo Arias fueron varias veces a torneos electorales con sendas victorias. El propio Omar Torrijos requirió de al menos diez años seguidos para llevar adelante su llamado proceso.
Los casos recientes de Óscar Arias y Álvaro Uribe, en Costa Rica y Colombia, son un claro ejemplo de que cuando un presidente realiza una labor eficiente, se hace merecedor de, al menos, un período más al frente de la administración de su país.
Uno de los más evidentes problemas en Panamá y América Latina es que cuando un gobierno nuevo es elegido, lo primero que hace es desprestigiar a la administración anterior para imponer su libreto.
Si un gobierno trabaja, llega al pueblo y demuestra con resultados la eficacia de sus planes, debe tener una oportunidad para poder terminar las obras que se haya propuesto realizar y así evitar que la administración siguiente desmantele todo.
La política de seguridad es el mejor ejemplo de los errores ocurridos en Panamá, en la que cada gobernante entra con su propio librito, desconociendo lo del anterior, y los resultados están a la vista.