El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó que sus fuerzas "no tenían ninguna opción" excepto frenar la flotilla de barcos que llevaba ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, afectada por el bloqueo de Israel y Egipto desde junio de 2007.
Según la versión israelí, en el choque en el que murieron nueve personas sus soldados fueron atacados con cuchillos, bastones y otras armas, por lo que abrieron fuego en defensa de sus vidas.
"Este no era un barco del amor, era un barco del odio", afirmó Netanyahu a los periodistas.
Aún así, la mayoría de los medios de comunicación israelíes describe como un fiasco la operación.
Y culpan de ello no al ejército sino al proceso político mediante el cual se llegó a la decisión de tomar por asalto la flotilla que llevaba ayuda a Gaza.
En este sentido, la responsabilidad de la decisión recaería sobre el llamado "grupo de los siete", entre cuyos miembros se hallan el ministro de Defensa, Ehud Barak; el canciller Avigdor Lieberman; Dan Meridor, viceprimer ministro y ministro para Asuntos de Inteligencia, así como el propio Netanyahu.
Gran parte de la responsabilidad asignada por el fracaso del operativo recaería, de acuerdo con muchos, con el ministro de Defensa, Ehud Barak.
TRAMPA
Los medios de comunicación liberales y de izquierda reaccionaron como se esperaba: condenando el asalto a la flotilla y la política general de Israel hacia Gaza.
La opinión generalizada es que las autoridades cayeron en una trampa que se tendió con tiempo y paciencia, la que estaba destinada a inflamar a la opinión pública internacional contra Israel.
Yossi Melman en "Haaretz" afirma que Israel "cayó en la trampa con los ojos abiertos" y aduce que el operativo era exactamente lo que los activistas deseaban que ocurriera. Israel proporcionó "los muertos, los heridos, la sangre y el humo de las batallas", dice.
Sima Kadmon en "Yediot Ahronot" coincide con esta visión en que "Israel bailó al son que le tocaba Hamas, de una manera amateur y lamentable".