Una fusión de esbozos y estructuras geométricas, donde no hay interferencia entre el paisaje y el desnudo artístico.
La pintora colombiana María Esperanza Díaz se considera una persona ecléctica, y como tal, no puede conformarse con sobar el lienzo.
Sus obras son complejas e invitan a tocar algunos de sus trabajos, que son el resultado de técnicas de manchas y goteos de la pintura, como el tachismo y el action painting.
El movimiento está compuesto de subidas y bajadas en formas de montañas y cascadas, que dejan entrever siluetas de bustos, glúteos y torsos, que piden ser liberados por la perspectiva visual de cada espectador.
La espátula ayuda a María Esperanza a buscar su espacio y contextura, dentro de los relatos de "fábula" con erotismo.
Su primera muestra individual como pintora revela el " paisajismo erótico" con el brillo de la pintura de aceite "alkídica".
La fluidez en sus obras deja en claro que el desnudo no es algo de lo que el ser humano debe avergonzarse.
El contacto con lo natural no sólo es acercarse a un paisaje. Es también el encuentro de otro cuerpo sin tapujos y en cuero.