Intenté hacer este artículo más de una vez. Confesarme adicta al cigarrillo no es nada fácil. Ni tampoco me siento la más indicada para decirle a las demás personas que dejen el hábito de fumar, pero de igual forma lo haré, ya que soy consciente del daño que le estoy haciendo a mi cuerpo y a quien esté a mi alrededor.
He sido fumadora por más de 15 años. Empezó en la adolescencia, motivada más por la curiosidad que por la presión de grupo. Ese primer cigarrillo se ha multiplicado. Además, no he llegado a los 40 y ahora la sensación de cansancio al levantarme es indescriptible. No sólo eso, detesto sentirme el olor a tabaco, y no puedo hacer ejercicios como antes.
No estoy enferma aún, pero cada día que me levanto temo convertirme en una estadística más, y lo peor, sé que el hábito me domina. Para los que desconocen esta sensación, mis palabras pueden resultar exageradas. No lo son.
Les explico. En la mañana, tu café es acompañado por un cigarrillo, de no hacerlo, la ansiedad se apodera de tí. Comienzas a desesperarte. No puedes estar tranquilo.
El vicio llega a tal grado, que si te quedas sin cigarrillos en mitad de la noche, te aseguro te levantarás, arreglarás e irás a buscar una cajetilla por cualquier lado de Panamá. Para quien realmente es fumador, quedarse sin un cigarro es entrar en una etapa de ansiedad.
En más de una ocasión alguien me ha preguntado: ¿Por qué fumas? A veces respondo: por costumbre, en otras, sólo pienso "por tonta".
Sí. La mayoría de nosotros, no sabemos realmente por qué lo hacemos, conocemos los daños, y sin embargo, no dejamos el hábito, porque se convierte en un vicio, igual que ser adicto a las drogas o al alcohol. Estamos comprometidos con algo que nos destruye, nos hace débiles y nos maneja a su antojo.
TERAPIAS
Para aquellos que como yo, quieren dejar este vicio, la Asociación Nacional Contra el Cáncer (ANCEC) está realizando, de forma gratuita, terapias todos los viernes, en la que participan los miembros del Primer Grupo de Fumadores Anónimos.
Aris Ramos, especialista que forma parte del equipo de ANCEC, considera que las estadísticas hablan por sí solas, cada día aumenta el número de muertes por causa del tabaco. Así que las charlas de prevención son lo más importante.
Sin embargo, su fuerte es el grupo de terapia, en la que se trabaja el comportamiento obsesivo-compulsivo de la persona, buscar el porqué adquirió el hábito, al igual que las terapias necesarias para dejarlo.