Según datos secretos que obran en la embajada de Estados Unidos en Panamá, el gobierno del istmo planea, en alianza con la China Comunista, una invasión destinada a formar células subversivas, socavar las instituciones democráticas, subvertir el orden y establecer en Washington la dictadura del proletariado.
La Operación Toro -así denominable por el mote de su inspirador, el ex presidente panameño Ernesto Pérez Balladares- busca introducir clandestinamente un número de espías chinos que, a juzgar por la población de la China y de Estados Unidos, calculo yo que no puede ser inferior a 93 millones de personas. Hay detalles que aún se desconocen. Básicamente: ¿por qué Panamá? ¿Para atravesar el canal e invadir a Miami con una horda de chinos disfrazados de cubanos disfrazados de chinos? ¿Para salir a nado de la Costa Pacífica y llegar a Los Ángeles en un maremoto humano?
La embajada de Estados Unidos lo ignora; pero tiene un principio de prueba: ya llegaron los primeros 137 chinos comunistas a Panamá. Sólo faltan los restantes 92' 999.863 espías.
Así planteado, el asunto no parece de Carlos Marx sino de los hermanos Marx. Lo terrible es que es cierto. Aclaro: no es cierto que vengan en camino 93 millones de chinos comunistas dispuestos a tomarse el poder en Washington. Pero es cierto que el gobierno gringo ve una amenaza para su seguridad en 137 chinos que llegaron a Panamá en 1998 a reunirse con sus familias y que no han salido de ese país.
Por esta razón, el 27 de septiembre del año pasado Washington le quitó la visa al ex presidente Pérez Balladares, un hombre de negocios recto y respetado, cuyos vínculos con el comunismo internacional se parecen a los de George W. Bush con la Asociación de Ex alumnas del Gimnasio Femenino. Parece mentira, pero el consulado gringo aduce que Pérez auspiciaba la inmigración a Panamá de miles de chinos que tienen la "intención" de ir a Estados Unidos.
¿Qué hay en el fondo de este libreto de opereta bufa? Ni chinos, ni contrabando, ni comunismo, ni nada. Negocios. El imperio. Esa misma sesión del 17 de septiembre de 1999 revela las costuras del cuento. En un pequeño aparte, la resolución menciona que Panamá otorgó una licitación para el manejo de los puertos de Balboa y Cristóbal a una compañía basada en Hong Kong (la Hutchinson Whampoa), en vez de adjudicar el contrato a "consorcios que incluyen empresas de Estados Unidos".
Por esta causa, la resolución demanda que Panamá declare nulos tales contratos y -he aquí el espinazo de la trama- exige a la Casa Blanca "que negocie nuevos arreglos con el gobierno panameño a fin de proteger el canal y garantizar la integridad territorial de la República de Panamá". Sobra decir que el único garante y protector aceptable sería para ellos el Ejército norteamericano.
Ni los panameños, que lo han apoyado ni Pérez Balladares se tragaron el cuento chino. Pero el 'Toro' relata su historia a quien quiera oírla, para que se vea "cuál es la nueva forma de presión política que Estados Unidos aplica sobre los gobernantes de países pequeños".
Y todo presagia que, con los asesores cubanos-miameños para cuestiones de América Latina que ha nombrado el gobierno de Bush, lo peor está por venir.
¡AY, HOMBE, COMPAE SERRAT!
Un dato tan apetitoso como la historia de los chinos, pero real: Joan Manuel Serrat está cantando vallenatos. El amor amor, nada menos. Y, con este viejo paseo, presenta una antología estupenda de música latinoamericana. Serrat con su carnal Tarrés; Tarrés con Serrat. En vivo. En directo. En palíndromo. En escena. En Colombia. Esta semana. ¡Güepa je! [email protected] |