Éramos un grupo de profesionales tomando un curso de posgrado en Colombia, hace ya varios años.
En una fiesta, circuló un cigarrillo de marihuana y yo me negué a darle una fumada. Me llamaron "rompegrupo" y les dije que eso era un delito, además, creaba adicción y arruinaba la vida.
Resistí así lo que los expertos llaman "presión de grupo".
Otro día, con los mismos compañeros, tuve que negarme a "fumar" dentro de un carro. Por más que me dijeron que eso "estaba de moda" en ese momento, no les hice caso.
Y cuando era joven y ya trabajaba, varias veces me ofrecieron plata "bajo la mesa" para hacer algo indebido y me negué.
Cuando chiquillo, recuerdo que en mi "pandilla" no se obligaba a nadie hacer lo que no quería.
No me siento un superhéroe por no caer víctima de la "presión de grupo". Analizando mi actitud, encuentro que se debe a dos factores:
El primero son los valores que me transmitieron mis padres. Eso de no robarás, no aceptarás dinero que no hayas trabajado, cumple las leyes y sé honesto, revoloteaban en mi mente siempre. Incluso ahora que ya tengo mis años...
La otra razón es lo que ahora llaman "autoestima".
Me sonrío cuando técnicos dicen que se cae en las drogas y las pandillas porque se tiene una "autoestima baja". Para mí, eso nunca lo he conocido.
Tal vez por eso a veces algunos me criticaban diciendo que "me creía la gran cosa". No me importa. No es un delito amarse a uno mismo. Considerar que tiene un buen papel en la vida y no querer desperdiciar su vida por la maleantería.
Dicen expertos que los chiquillos entran a la pandilla "buscando a la familia que no tienen". No creo que siempre sea así.
Hay bandidos que tuvieron mucho amor de sus padres y eso no evitó que cayeran en el pozo de la delincuencia.
Siempre he dicho que si la falta de padre causa la delincuencia, los huérfanos serían los mayores maleantes, cosa que no es cierto.
Sé que en otros países hay cursos para elevar la "autoestima" y la independencia de criterio.
Tal vez la realidad es que esos personajes son flojos, y no quieren tener una buena vida a base del trabajo honrado.
No sé si suene a burla repetir que hay que transmitir los valores desde el hogar, escuela y las iglesias.
Podrán haber las campañas más técnicas y caras para los valores. A fin de cuentas, la decisión está en la cabeza y el corazón de las personas...