SOLEMNIDAD DE LA SANTISIMA TRINIDAD
La liturgia de hoy nos invita a celebrar uno de los misterios más relevantes de nuestra fe cristiana. Hoy rendimos veneración a Dios Padre creador, a Dios Hijo redentor y a Dios Espíritu santificador, y nos ponemos en sus manos para llevar a cabo la construcción de su Reino.
Las lecturas de este día resaltan el papel de Dios como Padre misericordioso que perdona y que renueva constantemente la alianza con todos los seres humanos.
También resaltan el papel de Jesús, quien se ha encarnado, por amor, como vida eterna para salvar a la humanidad, y manifiestan que es el espíritu quien nos permite vivir, alegres, demostrando verdaderos gestos de fraternidad.
QUIEN CREE EN JESUS SERA SALVO
Los versículos evangélicos manifiestan claramente que quien cree en Jesús será salvo y tendrá vida eterna. El ejemplo de Jesús, su actuar, y su mensaje, son un testimonio evidente de salvación y redención, que pide a sus discípulos ejercer la misma función.
Nuestra tarea como seguidores de Jesús, debe ser la misma que Él nos enseñó: la de dar la vida en el servicio, amando a todos sin exclusión y cooperando en la construcción del Reino. Recordemos que cada uno es responsable de su propia salvación, pero también de la de los demás. Hoy, como cristianos auténticos, nos corresponde alcanzar esta salvación, creyendo en Jesús y amando a todos por igual.
Tomado de la Revista Vida Pastoral - Sociedad de San Pablo