Somos conscientes de la desesperación e incapacidad en la que se encuentra el ciudadano común, ante la ola de delincuencia y criminalidad que en los últimos años ha caracterizado nuestra sociedad panameña y sobre todo a la clase transportista, así, muchas son las causas que se le atribuyen a aquellos actos que van en aumento, es decir, desde la falta de leyes, aplicación y flexibilidad de la que ya existen, hasta la carencia de equipos policiales. Para nosotros argumentos válidos, más sin embargo, no se exalta el factor más importante que es el aspecto preventivo y su inversión en el recurso humano, pero de manera pragmática.
Pues de nada vale toda una grama de elementos teóricos de ricos esquemas estructurales y sistemas judiciales, que se encuentran descrito en el código penal, código administrativo e incluso en la ley #3 de 1994, "Código de la familia". Si observamos que hoy día, vuelve a la palestra la temática de: "La pena de muerte", como única y/o última alternativa para frenar la violencia, cuando es del común conocimiento que sociedades que en sus inicios la adoptaron, están en proceso de abolición por su misma ineficacia.
En otro orden de ideas, los estudiosos de la conducta humana, están de acuerdo que hace cuarenta a cincuenta años, la juventud entre las edades de doce a dieciocho años, era considerada una clase casi insignificante, socialmente hablando.
Sin embargo, desde unos años atrás, y aún en la actualidad, se ha convertido en una causa de profundas investigaciones, debates, congresos, cumbres internacionales y en problema de Estado. Donde precisamente un éxito radica en el reconocimiento que la delincuencia tiene raíces psicológicas y sociológicas, y su incidencia es más común en las áreas económicamente más pobres y socialmente desorganizadas, por ende los atracos, la violencia y las pandillas son vistas como algo natural, donde incluso en nuestro país sus tentáculos han alcanzado las aulas de clases.
Aunado a lo dicho anteriormente, se ha descubierto que entre las características generales entre el no delincuente y delincuente, éste último suele ser más irritable, desafiante, escéptico, impulsivo y carente de autocontrol, pero la etiología (causa), de esta deficiencia, como lo llaman algunos, la atribuyen a un fundamento inclusive genético.
De tal manera, consideramos que, "la pena de muerte", debe ir orientada más hacia el sistema, que al ente social panameño. Así, al hablar en pleno siglo XXI de estas temáticas, significa intrínsicamente que en materia social, no hemos avanzado nada, es decir volvemos a más de dos mil años de historia, al estilo del código de Hammurabi.
Así, queridos lectores somos de la convicción que no podemos ser retrógrados en las actuaciones, ya que estamos hablando de nuestro vínculo social con el futuro, y con este análisis, desde el punto de vista de la "inteligencia emocional" de Daniel Goleman, hemos pretendido brindar nuestro aporte buscando una comprensión científica del reino de lo irracional. |