La economía de libre mercado consiste en permitir que cualquier persona se dedique a las tareas de producir y distribuir las riquezas, aplicando para ello las mismas reglas para todos los actores involucrados en estos procesos.
Sin embargo, en Panamá, los dueños del capital (que junto a la posesión de la tierra y la mano de obra, forman los tres factores de producción) están acostumbrado a que el gobierno les facilite las cosas. No les gusta competir en igualdad de condiciones, y mucho menos aceptan que la mano de obra y la propiedad son tan importantes como su dinero.
Los obreros, por su parte, mantienen la misma actitud que los empleadores, y quieren en su beneficio leyes que los protejan, y ninguna que les exija un mínimo nivel de producción.
Como vemos, la economía panameño poco podría echar para adelante con gente así, que no esté dispuesta a ser mejor aplicando las leyes naturales del mercado: la competencia.
Para colmo el gobierno, que debe establecer reglas claras del juego, está a la deriva. |