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En 1990, el papa Juan Pablo II designó a Altafulla prelado de honor, debido a sus méritos.  |
Fueron 14 puñaladas las que acabaron con la vida de monseñor Jorge Isaac Altafulla Muñoz, de 65 años. Su homicida no dejó huellas y más bien limpió la escena del crimen. El forense Humberto Mas, quien practicó la necropsia, reveló que Altafulla presentaba heridas de cuchillo en los brazos, estómago, pecho y cuello.
Los investigadores sospechan que el homicida conocía bien el movimiento que se daba en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, porque en un espacio limitado de tiempo -entre las 5:30 p.m. y 6:00 p.m.- cometió el crimen.
Se confirmó que el asesino dejó una nota atacando a la figura del prelado, pero los investigadores no descartan que esto se hizo con la intención de confundir las pesquisas.
El fiscal Carlos Augusto Herrera dijo temprano que descartaba el robo como móvil, más tarde el subdirector de la PTJ, Javier Chérigo manifestó que "no se descartaba nada".
Ayer se presentó en la parroquia de Guadalupe, el arzobispo José Dimas Cedeño y le lanzó un mensaje al asesino o a los asesinos: "Dios lo está mirando, por más que se esconda y su conciencia le está hablando".
Aunque monseñor Laureano Crestar Durán reveló ayer que hace 20 ó 25 años, Altafulla recibió una amenaza de secuestro, el arzobispo Cedeño manifestó que "jamás" conoció de ninguna amenaza contra Jorge Isaac. Dimas Cedeño se reunió ayer con Javier Chérigo, quien le rindió un informe de las investigaciones.
La PTJ elabora un retrato hablado del posible homicida: un hombre de piel negra, de un metro 75 y entre 25 a 30 años. Ayer fueron detenidos 25 personas en Boca La Caja y San Sebastián. |