La muerte violenta de monseñor Jorge Altafulla ha removido los recuerdos de la desaparición del sacerdote colombiano Héctor Gallego, cuyo crimen aún no ha sido esclarecido reconoció el obispo de la Diócesis de Santiago, Oscar Mario Brown.
El máximo representante de la Iglesia en la provincia de Veraguas dijo que un gran pesar recae sobre todos ante este fatal hecho y repudió la acción criminal de la cual fue víctima monseñor Altafulla.
No obstante, monseñor Brown hizo hincapié en que es muy importante que el miedo no paralice las acciones de la Iglesia, ya que "una Iglesia paralizada por el temor no cumple con su misión apostólica".
CHIRIQUÍ
En tanto, Salvador Macaya, de la Orden Agustinos Recoletos (OAR) y sacerdote de la Parroquia La Sagrada Familia en la ciudad de David, compañero y amigo de muchos años de Monseñor Altafulla, dijo que él era una persona recta y estricta a la hora de desarrollar su labor.
"Era muy rígido a la hora de oficiar su homilía, pues era partidario de la verdad del evangelio, lo que para algunos no era de gusto, pues muchos deseaban no escuchar la verdad y los errores que cometen", añadió.
Señaló que con esta muerte la iglesia ha perdido uno de los mejores sacerdotes del país, pues mantenía una excelente trayectoria pastoral y vida religiosa a lo largo de su labor.
"En lo personal me mantengo muy consternado por la muerte, pero indicó que ésta es una señal más que los anima a seguir trabajando y dando su vida por Panamá, donde todavía hace falta algo y es más respeto por los demás", dijo.
Monseñor Altafulla fue uno de los que dio inicio al movimiento del Nocatecumenado en Panamá, lo que dio una renovación diferente al bautismo y conversión sincera de los feligreses dentro de la labor cristiana. |