CUARTILLAS
Después (1)

Milciades Ortiz

El barrio amaneció como todos los días, pero esta vez algo había diferente. Era el tres de mayo, un día después de las elecciones, y faltarían muchos días para que todo volviera a ser como antes.

Después de estas elecciones que comenzaron tan temprano, habían quedado familias divididas, nuevos odios y amistades, mucho dinero gastado (¿veinte, treinta, cincuenta millones, por lo menos?). Y cada persona del barrio tendría que olvidarse de los meses de campaña, para que todo volviera a la normalidad.

Con un amargo sabor de la derrota en la boca, amaneció Anacleto. Había quitado todas las banderolas y fotos de su candidato perdedor, y con la cabeza baja, abrumado por no conseguir el triunfo, esperaba que los que ganaron no le hicieran daño.

"Caray, ahora todo el pueblo sabe que apoyé a...". Espero que me compren mis "chucherías", pensó este humilde buhonero, quien respaldó a uno de los perdedores en las elecciones. Lo hizo honestamente, porque consideró que era el mejor para presidente.

Cuando se enteró por la radio y TV del conteo de votos, sus sueños de poder conseguir una "chamba" con el nuevo gobierno se fueron desapareciendo. Nunca antes había estado en política, pero ahora a sus años y canas, consideró que "había que jugarse el todo por el todo".

Pero en la casa de al lado, Juan no podía despertarse todavía. Había estado celebrando toda la noche el triunfo de su candidato. La "goma" que tendría esa mañana sería descomunal, pero bien ganada. Fueron semanas de intensa lucha por conseguir votos. Casa por casa llevó a los "señoritos" de la capital para presentarle a los conocidos del barrio.

Entre sueños, Juan ya se veía con un puestecito en la Junta Comunal, algo que le iba a garantizar "la portaviandas" por unos cinco años. Sería un trabajo suave, con muchos días de vagancia porque "así se trabajaba en el gobierno", según le habían dicho los expertos políticos de su nómina.

"Menos mal que apoyé a este candidato, y no hice como el tonto de Anacleto", pensó medio dormido. "A ese hay que fregarlo porque es de la oposición", murmuró olvidándose que su vecino era compadre de su hija mayor y amigo de la infancia.

En el cuarto de al lado, la hija buena moza de Juan dormía inquieta. También había parrandeado toda la noche celebrando el triunfo de su candidato... y de su hijo, ¡por supuesto!

La muchacha suspiraba pensando que ahora que había ganado "el suegro", podría casarse con su hijo, uno de esos "yeyesitos" que por primera vez conoció el barrio, buscando votos para "el viejo".

¡Pobre jovencita! A esa misma hora, en la capital, el "play boy" del hijo del candidato, todavía no terminaba la francachela con su novia formal, una "rabiblanquita" olorosa a perfume francés y que lucía el último estilo de peinado.

Entre besos y caricias, el hijo del candidato tuvo un segundo de pensamiento para la hija de Juana, allá en el desconocido y miserable barrio, donde muchos votos consiguió su "papi".

"¡Ajó, sí que estaba buena la chola"!, pensó el "dandy". Ahora con el triunfo de su padre pensaba conseguir una "botella" de mucho dinero y poco trabajo, en cualquier Ministerio.

Se sonrió el joven al recordar que le había prometido "a la chola" que se casaría con ella, si ganaba su padre la elección. "Sólo una tonta podrá pensar que me "rebajaría de clase social" con ella", se dijo mentalmente, mientras olía el cabello teñido de su novia.

Y así, poco a poco, todo volvía a la normalidad en Panamá luego de las elecciones del fin del siglo.

(Continuará)

 

 

 

 

 

 


 

AYER GRAFICO
Tiroteada la emisora CPR de Colón del radiodifusor Jacobo "Baby" Salas


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, no limpio las ciudades después de campaña


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