Mireya quiere a Martín y a Alberto
en su gobierno
Antonio Pérez M.
Crítica en Línea
La presidenta electa de la
República, Mireya Moscoso, en su discurso de triunfo, en la sede
del Partido Arnulfista, señaló que su prioridad es invitar
a sus adversarios, Martín Torrijos y Alberto Vallarino, para hacer
un gobierno de unidad nacional sin premoniciones.
Indicó que "esta contienda ha quedado en la historia por
su transparencia y aquí, permítanme felicitar a los magistrados
del Tribunal Electoral que también estarán en la historia
por la tranquilidad que le han dado al pueblo por su honestidad".
Señaló que su gobierno será de consulta; "me
comprometo que no aprobaré ningún cambio que signifique la
riqueza de unos y la miseria de otros", al tiempo que sentenció
que no permitirá una sola injusticia en su gobierno.
"Quiero un país con reglas iguales para todos y que se sepa
que no permitiré ninguna injusticia por pequeña que parezca;
la injusticia es un vicio que pocas veces se comete una sola vez",
apuntó Moscoso.
Destacó que el triunfo no es de Mireya Moscoso, ni de los partidos
aliados de Unión por Panamá, sino del pueblo, a la vez que
señaló que en esta contienda no ha habido vencidos ni vencedores.
"Hago un llamado al pueblo que me eligió que no abandone
la contienda, que se convierta en vigilante de mi gobierno para que denuncie
la corrupción, la injusticia y la arbitrariedad, que constituyen
las lacras sociales que dañan una democracia", dijo la candidata.
Indicó que no defraudará al pueblo, porque significaría
que se olvidará de sus raíces. Se comprometió en acabar
con la pobreza y el desempleo, asegurando que su plan de gobierno no se
ejecutará en medio de los intereses politiqueros.
"Los problemas humanos no tienen soluciones políticas, tienen
soluciones humanas", destacó Moscoso en medio de una muchedumbre
de simpatizantes que coreaban "Mireya presidente" y "se acabó
el PRD".
La señora Moscoso antes de su discurso de triunfo visitó
a un nutrido grupo de simpatizantes que la esperaba en el Hotel Plaza Paitilla
Inn, allí dio gracias a los que colaboraron en su campaña,
y felicitó a sus adversarios por la forma tan heroica como aceptaron
la derrota.
Mireya Moscoso después de visitar el Plaza Paitilla Inn, se dirigió
al Centro de Convenciones ATLAPA, sede de la Junta Nacional de Escrutinios,
donde se reunió con los magistrados del Tribunal Electoral, cerrando
con el discurso de triunfo en la sede del Partido Arnulfista.
No faltó en el discurso de Mireya Moscoso palabras de agradecimiento
a su difunto esposo Arnulfo Arias.
"La historia se repite en espiral, como lo dijo el doctor Arnulfo
Arias; y hoy, aquí, frente a la sede donde tenemos todos los recuerdos
de mi esposo (Arnulfo Arias), quiero decirle, en el cielo donde está,
estoy cumpliendo con lo que tú querías", agregó.
Expresó que su esposo le decía que había venido
a este mundo a cumplir una misión, "pero Dios se lo llevó
antes de terminar su misión, pero aquí estoy yo que voy a
cumplirla", añadió.
Al conocerse el triunfo de Mireya Moscoso, no se hicieron esperar las
caravanas por las principales avenidas de la ciudad de Panamá, vencedores
y vencidos se encontraban entrelazándose entre las banderas, como
señal que hubo un triunfador y fue el pueblo.
Mireya Moscoso, quien en 1994 perdió las elecciones presidenciales
ante el actual mandatario Ernesto Pérez Balladares; quien a principios
de 1998 era la presidenta del Partido Arnulfista y ganó la candidatura
a la presidencia por ese colectivo político, logrando posteriormente
ser abanderada de la nómina opositora Unión por Panamá,
es ahora la presidenta electa de la República.
La líder del Partido Arnulfista, Mireya Moscoso, después
de desayunar y antes de votar, se dirigió al Jardín de Paz
para visitar la tumba de dos personas importantes en su vida: la de su esposo
Arnulfo Arias y la de su madre, Elisa Rodríguez de Moscoso.
El pueblo cumplió con un cometido: elegir al presidente de la
República. Ahora le tocará a la primera presidenta de Panamá
y la última en sentarse en la silla presidencial en este milenio,
hacer realidad las esperanzas de los más de un millón y medio
de pobres que viven en nuestro país.
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