MENSAJE
Vivir sin alimentos
- Hermano Pablo,
- Costa Mesa, California
Padecía de una enfermedad
extraña, que tenía un nombre también extraño:
Síndrome de Polipétide Vasoactivo Intestinal. En otras palabras,
era alérgico a toda comida. No podía ingerir ninguna clase
de alimento. De hacerlo, sufriría terribles calambres y dolores intestinales.
Desde su nacimiento hasta su muerte, lo alimentaron por vía
intravenosa. Sin embargo, creció hasta medir dos metros de alto y
pesar noventa y cinco kilos. Pero a los veinte años de edad, la vida
anormal de Jasno White, de Texas, Estados Unidos, hizo crisis. Una mañana
el joven amaneció muerto.
Vida entraña la de ese joven. Nunca comió dulces ni chocolates.
Nunca ingirió frutas. Nunca probó ninguna carne, ni verduras
ni pastas. Nunca se sentó a una mesa llena de sabrosas vituallas.
Las delicias de la buena mesa no se habían hecho para él.
O quizás él no estaba hecho para ellas. Gozó de muchos
placeres en la vida, pero no el de la comida.
Esto mismo les ocurre, aunque en forma diferente, a muchas personas.
Académicamente, hay muchos que pasan la vida entera sin alimentar
su intelecto con las maravillas de la literatura. Estos son los analfabetos
intelectuales. Ya sea por injusticia o por desgracia, o simplemente por
dejadez, nunca asistieron a una escuela. Y la maravilla y el deleite del
lenguaje escrito no lo disfrutaron ellos.
Moralmente, hay muchos que pasan la vida entera sin alimentar su alma
con algún sentimiento bueno. Nunca beben ni comen de la justicia,
de la decencia, de la moralidad, de la vida sana. Pueden comer de todo,
pero de un sentimiento noble o de un pensamiento honesto, jamás
de alimentan.
Espiritualmente, hay muchos que jamás dan a su corazón
la única comida que alimenta el alma: la Palabra de Dios. Pueda que
se alimenten de toda la literatura que circula por el mundo. Pueda que beban
todas las filosofías inventadas por el hombre. Pueda que prueben
cuanta religión moderna los confronte, pero nunca leen la Biblia.
Estos llegarán al fin de su vida ahítos de todo lo comestible
que este mundo puede darles, tanto para alimentar el cuerpo como el intelecto.
Pero su alma quedará al final anémica, raquítica, en
absoluta inopia espiritual. Quedarán muertos, doblemente muertos.
La Biblia es el libro de Dios para toda la humanidad. Es la única
fuente del conocimiento de Cristo, la única que puede dar vida completa.
Leamos la Biblia. Ella nos dará fuerza espiritual sin la cual morirá
nuestra alma.
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