Este 1 de mayo no quiero ser repetitivo ni redundante sobre los actores que siempre sobresalen en este día, v.g. los obreros. En esta ocasión quiero resaltar, como ya lo han hecho otros autores, a un trabajador que siempre está frente al dedo acusador de la ciudadanía, siendo éste el Agente de Policía.
Los policías, ese servidor público que jura lealtad a la patria dentro del marco de sus responsabilidades, en cuanto a la salvaguarda de los bienes vida y honra de los asociados, es el profesional más injustamente criticado por nosotros los civiles, siendo esas críticas tan inmerecidas como inmerecidos son los asesinatos, los crímenes y homicidios que el hampa -trátese de menores o adultos- infringe a la población.
Todos los medios de comunicación social, especialmente los escritos y televisivos, son incansables en las crónicas que, diariamente, nos relatan y dan cuenta de la encomiable labor que están desarrollando nuestros uniformados, en lo que a perseguir y capturar delincuentes se refiere. Por ello, no comprendo por qué se sigue insistiendo en decir que la población está desprotegida, y que no hay seguridad, cuando por cada cinco casos que se dan - crímenes especialmente - cuatro son resueltos casi inmediatamente... lo mismo con el tráfico de drogas...
Los policías merecen mucho más que las presentes reflexiones, en lo que a indumentaria, equipo y salario se refiere, pero por falta de espacio, debo cerrar felicitando a todas las unidades de policía del país, primero invocando un minuto de silencio por aquellos caídos en el cumplimiento de su deber, y también exhortando al resto que no desmayen en su lucha contra el crimen organizado. ¡Feliz Día de Trabajador!
¡Au Revoir!