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El avance de la tecnología y la cibernética han permitido el desarrollo de máquinas que desplazan a la fuerza humana. Las industrias pesadas de ensamblaje de automóviles en Japón usan robots; los trabajos peligrosos en plantas atómicas francesas son realizados por vehículos sincronizados; la exploración espacial hacia Marte, las lunas de Júpiter y Saturno la efectúan sondas ultramodernas; las telecomunicaciones se hacen por medio de satélites y la seguridad colectiva ahora dependen de equipos computarizados programados para detectar a los criminales. Poco hace el hombre por colaborar en su entorno social.
Vivir en el Siglo XXI es muy difícil con semejantes competidores laborales. Cerca de seis mil millones de personas habitan el planeta. Pero casi dos terceras partes de la población humana no tiene un trabajo seguro. En muchos países en vías de desarrollo, la pobreza, las mejoras tecnológicas, el alto costo de salarios y el encarecimiento de la vida ha provocado que millones queden desempleados. Peligro es que tanta gente tenga que vivir de la bondad de Dios, algo que puede provocar innumerables rebeliones, guerras civiles, desestabilización social y crisis mundiales.
Panamá es un país con una población netamente joven: Un millón y medio de personas tienen menos de 35 años. Esa gente tiene mayores perspectivas de vida, pero eso no es gratificante en la sociedad actual, puesto que se debe encontrar un trabajo que sustente las necesidades básicas del individuo como pago de servicios públicos (agua, luz, teléfono), alimentación, vivienda y salud. Si un panameño vivirá hasta los ochenta años en el presente siglo, ¿A qué se dedicará en ese lapso de tiempo?
Los trabajos públicos en el gobierno nacional son el objetivo de miles de compatriotas, para eludir las penurias de la empresa privada. Aunque en Panamá los trabajos gubernamentales dependen de la voluntad del presidente de turno, que cambia cada cinco años, la verdad es que se trabaja muy poco en el Gobierno porque la política se moviliza en las altas esferas ministeriales, la vagancia predomina y los salarios son moderados.
Pero también, los funcionarios gubernamentales han sufrido los rigores de la etapa de la Globalización de las Economías desde 1990. La introducción del computador hizo gritar a las tradicionales empleadas del Estado Panameño, puesto que no sabían nada de programas de texto como Windows Word o Corel.
La empresa privada es mucho más exigente: la banca, las empresas de exportaciones, la industria turística, la bolsa de valores, las tiendas y los almacenes dedican mayor tiempo a la atención del cliente, buscan personal con mejor experiencia laboral, así como gente joven. ¿Sabe usted lo que piensan los jóvenes que salen graduados de las secundarias panameñas? Pues con solo ver la cara de desilusión, allí me responden la pregunta. Tras la fiesta de graduación, empieza la titánica tarea de buscar un empleo en un mundo mecanizado y computarizado. En forma burda y clasista, las empresas ahora tratan de elegir menos empleados, con sueldos bajos, para ocupar el puesto laboral por ocho horas.
Existe sólo una opción: adaptarse a los cambios, seguir educándose tras superar la secundaria, la universidad y las carreras de maestría. Cada año, un nuevo sistema operativo de computación aparece con adelantos increíbles. La Internet, que para algunos puede ser un enemigo, es un aliado insuperable para conocer el mundo. Enciclopedias, cursos interactivos en cientos de idiomas, además de charlas virtuales en directo desde cualquier parte del mundo, nos permiten adquirir los conocimientos necesarios para superar las barreras de encontrar un trabajo en el Siglo XXI.
Si no puedes encontrar un trabajo, hazlo tu mismo. La gama de nuevos negocios y responsabilidades que requiere este complicado mundo, permiten a otros tener un sustento diario, gracias al desarrollo humano. |