Imagine una muralla en medio del desierto, llena de fortines, pozos profundos, cañones y armas láser, apuntando directamente al desierto. No crean que se trata de una base olvidada de la Legión Extranjera Francesa o una base norteamericana ubicada en Afganistán. La realidad es que se trata de la fortaleza más grande del mundo, puesta por Marruecos, una nación ocupante, en el suelo de un país que lucha por su soberanía: Ese país es el Sáhara Occidental.
Los acontecimientos políticos y la guerra que se ha desarrollado en el Sáhara Occidental desde 1975 han hecho saltar a la actualidad internacional la existencia y la identidad del pueblo saharauí, habitante de este trozo del desierto; pero su historia, sus vicisitudes y su especial modo de vida se remontan muchos siglos atrás.
España fue la última potencia colonial en el Sáhara. En 1975, los españoles salen de la tierra del desierto, pero naciones vecinas invaden el país, a saber Marruecos y Mauritania. El denominado Frente Polisario, movimiento independentista de los saharauís, proclamó el establecimiento de una república soberana. Mauritania evacua el Sáhara un año después, pero los marroquíes se anexan el resto del territorio.
Desde 1980 a 1987, los marroquíes, con objeto de controlar el territorio, procedían a la construcción de una inmensa línea de fortificaciones, con elementos de detección a base de radares, que partiendo del este del río Dra en una longitud de más de 2.000 km., llegaba hasta el norte de La Güera.
La estrategia de los muros convirtió la guerra del Sáhara en una serie de ataques esporádicos contra las posiciones estables marroquíes, las cuales no salían de unas fortificaciones que les servían tanto de defensa como de cerco. Sin una solución militar posible, se imponía una solución política.
La República Saharauí ha sido reconocida por 74 Estados, principalmente países africanos y americanos; ingresó en la Organización de la Unidad Africana en 1982 y obtuvo, a partir de 1979, una progresiva aceptación en la ONU, que propugnaba constantemente en sus resoluciones un referéndum de autodeterminación y unas conversaciones preliminares entre Marruecos y el Frente Polisario para llegar a un alto el fuego. Aunque Marruecos se negaba a ello, finalmente, en enero de 1989, Hassan II recibió a los responsables del Frente, pero sin que se alcanzaran resultados positivos.
Los esfuerzos del secretario general de la ONU, Pérez de Cuéllar, hasta 1991 daban forma por fin a un plan para el Sáhara, que, en abril de ese año, Marruecos se veía obligado a aceptar y que el Frente Polisario también admitía. El punto fundamental era la realización de un referéndum de autodeterminación de los saharauís, con las opciones de independencia o integración en Marruecos, bajo el control y los auspicios de la ONU.
La larga trayectoria del pueblo saharauí, con una personalidad, una cultura propias y una tradición de independencia a través de los siglos, llega hoy a un punto crucial de su historia, tras enormes y dolorosas vicisitudes. Su futuro será lograr la completa soberanía en la tierra del desierto. |