La llamada "Ley Zanahoria" que obligaría a los dueños de discotecas, bares y cantinas a cerrar a las 2:00 a.m. de domingo a miércoles y a las 3:00 a.m. de jueves a sábado, es una de las nuevas medidas que acaricia el gobierno para disminuir los accidentes y los hechos de violencia.
En esencia la práctica sería buena, pero también debería controlarse que los eventos se trasladen a residencias particulares, que constituiría una competencia ilegal para los comercios constituidos y que pagan impuestos al fisco. Si se para la fiesta en los locales establecidos para ello, no es posible que el escándalo se traslade a las barriadas y entonces sería peor el remedio que la enfermedad.
El variar los horarios, también obligaría a los panameños a moderar un tanto sus horarios de rumba. Ya no se podrá llegar a medianoche, porque la diversión sería limitada.
Sin embargo, ayer se escuchaba a un funcionario exclamar que los policías no están para cuidar borrachos, lo cual es cierto, pero sucede que pocas veces usted observa a una patrulla de la Fuerza Pública, ejecutando labores de prevención en las calles y avenidas del país.
Con la restricción del horario a los centros de diversión se le acabaría una de las excusas de los estamentos de seguridad para no ejecutar acciones preventivas en horario nocturno. Ya no tendrán que cuidar borrachos, por lo tanto deben cumplir de manera eficiente su labor y no concentrarse solamente en las tareas de represión del delito.
Habría también que abordar la situación de los centros nocturnos del sector turístico, la operación de los casinos y otros negocios del mundo del espectáculo, para determinar cómo sería su funcionamiento.