El descontento social por el hambre prevalece con negros nubarrones sobre el panorama mundial. Los altos precios del combustible dirigen el destino de las naciones. Como efecto directo ocurre un aumento en el costo de vida.
Temas sensibles como el alza de los alimentos con relación a los ingresos familiares provocan una alarma general entre la ciudadanía. Los resultados en Haití han sido las muertes de personas que han protestado por las medidas del gobierno ante la tendencia alcista de los alimentos.
En Panamá la situación no ha llegado a estos extremos. Sin embargo, hay un malestar creciente.
Opuesto al proceso de mejorar los aspectos agroindustriales y de mercadeo de nuestros países, el comercio de los conflictos armados es floreciente. En vez de contribuir a sembrar comida y a comprar semillas, los facilitadores del negocios guerrerista ven mejores perspectivas en emplear los campos como zonas de muerte.
El alimento escasea y si "perdemos el bosque por estar mirando el árbol", las proporciones de una hambruna podrían ser catastróficas. No proteger la agricultura en el planeta mediante acciones gubernamentales, es causa directa de la politiquería con la cual se maneja la administración estatal.
Debe ser prioridad adecuar a los trabajadores del campo en su labor agrícola. Abasteciéndolos de productos necesarios como fertilizantes a bajos precios. Promoviendo la siembra de rubros que favorezcan la comercialización.
Los planteamientos establecidos en algunos tratados para intercambiar mercancías, son vistos con dudas por quienes deben aportar estos artículos. Los impuestos y costos sobre la mercadería, no siempre acordes con las necesidades de naciones tomadas como graneros globalizados.
El mundo está en crisis gracias a la inflación ocasionada por la demanda del petróleo caro. Verdad o mentira, todos tenemos que ahorrar y cambiar de actitud.