Los panameños hemos experimentado lo que consideramos un retraso con las revelaciones de informes confidenciales de la diplomacia norteamericana, donde pareciera que tuviéramos una relación de dominación, más que de influencia...
Pero lo más increíble es que altos funcionarios y políticos acudan a contar intimidades de asuntos que se tratan a niveles oficiales o partidistas a diplomáticos estadounidenses.
Un ejemplo de lo anterior fue el ex general Manuel Antonio Noriega, quien era un "yes sir", con información de todo tipo mientras alegaba nacionalismo y practicaba todo lo contrario.
Los wikileaks publicados por Panamá América demuestran que para los funcionarios de la administración anterior y políticos opositores era más importante el representante del Gobierno estadounidense que el propio presidente.
Pero lo peor de todo no es que desconozcan al presidente ni al Gobierno, sino que ofenden la dignidad de la patria con sus confidencias.
Casos como el de la embarcación Persus V, en que fueron arrestados ciudadanos panameños sin que se supiera de dónde provenía la denuncia, demuestra este tipo de filtraciones por parte de funcionarios locales.
En uno de los cables de wikileaks, un funcionario del Servicio Aeronaval Nacional denunciaba actos de corrupción en esa entidad cuando debió hacerlo ante las autoridades. Este servilismo mancha nuestra imagen y nos deja en un ridículo internacional.
De nada le valió a la ex procuradora Ana Matilde Gómez haber sido informadora de Estados Unidos si, igual que Noriega, terminó enjuiciada y condenada. De nada le valió hablar de sus copartidarios si al final su grupo político fracasó.