"¡Los Garcés ponen los muertos y los otros las balas!". Ese era el coro que se escuchaba en el sepelio de Daniel Emilio Mendieta, futbolista de 17 años, (a) "Huevito", asesinado el martes en Curundú.
Ayer, viernes, gente del barrio cargó el féretro de color chocolate que llevaba encima uno de los trofeos que había obtenido el muchacho. Cargándolo en andas, amigos y familiares sacaron el ataúd desde la casa para llevarlo a la Iglesia de Dios de La Profecía, donde se ofició una misa.
El momento dejó marcas emotivas entre los presentes, particularmente familiares y amigos cercanos.
Mientras que una de las oradoras trataba de dar ánimos a los deudos, los padres no podían ocultar el dolor que los arropaba, el cual se manifestaba en lágrimas y tristeza en las miradas.
Después de una hora, el cortejo encaminó sus pasos al cementerio de Puerto Caimito, donde se le dio sepultura en medio de mucha tristeza.
ANTECEDENTES
Daniel Emilio habló con su padre por teléfono minutos antes de que lo asesinaran. Le decía que quería irse de Curundú. Por ese suceso no hay detenidos.