Río de Janeiro intenta recuperarse del dolor causado por la matanza de doce niños en una escuela pública, a los que han recordado y homenajeado familiares y amigos con una docena de cruces, velas y ramos de flores depositados en la fachada del colegio.
Los vecinos de Realengo, un humilde barrio de la periferia de Río de Janeiro, se congregaron en los alrededores de la escuela Tasso da Silveira para rezar por los doce estudiantes que fueron asesinados por un joven de 23 años.
Centenares de personas abarrotan desde este mediodía el cementerio del barrio para acompañar la sepultura de varias víctimas, en un acto solemne presidido por el luto, el desconsuelo y el sufrimiento de familias y vecinos.
Debido a la suspensión de las actividades lectivas, el colegio permanece cerrado y custodiado por un dispositivo policial, que sólo permite la entrada del personal de limpieza para acondicionar las aulas y de dos peritos que trabajan en la reconstrucción del crimen.
CRIMEN
La Policía confirmó que Wellington Menezes de Oliveira, autor de la matanza, quemó su ordenador para no dejar pistas a los investigadores de cómo preparó la masacre.